Mi mente ahora si estaba muy confundida. Tenía tantas preguntas que quería hacerle a Nicholas. Después de que Nicholas me besara le avisé que tenía que ir al baño ahora estoy aquí mirándome en el espejo pensando tantas cosas. Justo cuando quiero que todo vaya bien sucede todo esto. Resople irritada. Hago un nudo con las sábanas para que no se caigan, lavo mi cara para relajarme, observó mi herida, duele demasiado. Moje un pedazo de confort y remojo la herida con agua. Salgo del baño para pedirle a Nicholas un botiquín de primeros auxilios, se lo pido de buena manera, el me pide que lo espere en la habitación para sanarme la herida, en silencio volví al cuarto, lo esperé sentada. El aparece con la blanca caja entre sus manos, toma asiento a mi lado, preparará todo y yo observo con mala cara, sabía que mi herida dolerá cuando la limpie con alcohol. Mueve mi mentón hacia arriba, esparce el algodón por toda la zona afectada, chillón, ¡Arde, arde, arde! Nicholas me pide que respire con calma, le hice caso a sus palabras. Venda mi herida y cuando está todo listo besa mi frente.
Seguía sin decir ninguna palabra, se que si abro la boca lo llenaría de preguntas. Busqué mi ropa, comencé a ponermela mientras él no quitaba la vista en cada movimiento que hacía.
—¿Que haces?
—¿No ves? Me arregló para irme.
—No lo hagas. Quédate.
—No Nicholas. Tengo mi cabeza peor que una ruleta rusa, nose que pensar de todo esto, ¿Puedes ir a dejarme al auto?
—No te vayas, por favor piensa bien lo de vivir juntos. No te asustes por lo que acaba de pasar, ese hombre nunca más aparecerá aquí.
—Por favor, quiero irme —suplique en un hilo de voz.
Nicholas se acerca a mi, quita mis mechones de cabellos y los coloca atrás de mi oreja, junta sus labios, introduce su lengua con lentitud, buscando que recibiera su beso, aceptó y jugueteo con su lengua. Nicholas juguetea con sus dedos en mi espaldas, suspiro. Debería golpearlo porque siempre con sus besos me hace parecer una tonta cayendo en sus redes como él quiere.
—No quiero nada contigo, por favor deja hacer todo esto —murmuró. Nicholas se levanta de golpe.
—Explotare, estoy haciendo lo posible para que esto funcione y tu lo haces más difícil —replicó con rabia en su voz.
La desesperación lo hace alejarse de mí mientras despotrica como un loco, tomo su brazo y lo tiró más contra mí, pasó mi húmeda lengua por sus labios, él cierra los ojos, ahora la paseo por el interior de su boca, atraído como un imán toma mis caderas y une su cuerpo más al mío, como si uniera una pieza de un rompe cabeza. Me siento a horcajadas de él, sus manos quitan los mechones de cabello que tapan mi vista, sus dedos suben por mi espalda dibujando círculos, su boca busca la mía y me besa con ferocidad, mi camisa cae al suelo, desabrocha mis sostenes tirandolos en algún rincón de la habitación, mis vaqueros bajan y rompe los bragas, sonrió juguetona. Quito cada prenda de su ropa con rapidez, impaciente me acomodo entre sus piernas y introduzco su duro pene en mi sexo. Jadeo al sentir su invasión, muevo mis caderas hacia adelante y atrás buscando nuestro placer, cierro los ojos con fuerza. Nicholas se deja llevar, pasa sus dedos por mi cuerpo avivandome. Acerca su boca en mis pechos y los lame con docilidad. Me muevo en círculos, jadeo, lo arañó, muerdo mi labio, chillo y vuelvo a jadear. Mi cuerpo comienza a vibrar enloquecidamente, no era la única en este momento, me muevo con más brutalidad, gritó y me arqueo sobre él, hasta que llegamos a nuestro deseoso orgamos. Aún con nuestras reparaciones aceleradas, me acomodo en el pecho de Nicholas, sintiéndome toda suya.
—Quiero que mañana me digas si vivirás conmigo y no aceptó un no como respuesta.
—No se que hacer con todo esto, mi cabeza es un mal de confusiones.
—No te dejes llevar por los problemas, piensa sólo en nosotros.
—¿Quién era ese hombre? —pregunte incapaz de contenerme un minuto más.
—No puedo decirte todavía, cariño.
—¡Cariño tus pelotas! Exigo que me digas que está pasando.
—Te dije que no, Hannah —mantiene su postura sería.
¡Odio cuando se pone así! Me levanto, me vestí decidida a marcharme de este lugar. Detesto cuando Nicholas comienza con ocultarme cosas, en especial cuando ese hombre casi me mata, ¿Acaso no tengo derecho de saber quién es? A veces Nicholas es tan egoísta que sólo piensa en él. No le costaba decirme que puede ser un narcotraficante, un asesino, ¡Lo que sea! No toleraré una respuesta que sea; no puedo decirte. Me trata como si fuera una niña pequeña que no puedo saber nada. Ya estoy grandecita para que me diga las cosas como son.
—Sirenita no tomes decisiones alterada. Te dije que no podía decírtelo, no me negué que no te lo iba a decir, por el momento no puedo, entiéndeme.
Trata de acercarse pero esta vez lo empujó, ¡¿Que se creé?! Piensa que un besito y un abrazo esta vez correré a sus brazos y aceptaré que no me diga lo que necesito saber. Antes de salir por el departamento toma mi brazo, me doy vuelta para hablar.
—Cuando pienses ser sincero conmigo hablamos y quizás venga a vivir contigo.
—¡Está bien! Tal vez te llamé cuando dejes de comportarte como una cría.
Impotente golpeó con fuerza su mejilla, el se queda en silencio, le regaló una última mirada y me marcho. Cuando estoy arriba del auto de Darell comienzo a golpear el manubrio con fuerza, siempre he sido llevada a mis ideas y esta vez toque fondo. Manejo hasta llegar al departamento, sin ánimos subo, iba directo a mi cuarto pero Darell sale de la cocina, sin entender porque tenía todas mis mejillas húmedas me abraza.
—Mi brujita, ¿Que sucede?
—Discuti con Nicholas y no se si terminamos. No quería actuar de esa forma pero no me controle, tengo miedo de perderlo, Darell —rompí en llantos.
—Espera brujita. No estoy entendiendo. Toma asiento, traeré un vaso de agua y me contarás qué sucedió.
Susurro un; bueno. Veo todos sus movimientos, tomó del vaso de agua y le conté todo lo que sucedió. Darell abría los ojos sorprendido cada vez que le contaba las partes más violentas.
—Lo que pasa en un día. Tu pasaste por todo eso, tuviste dos veces sexo y yo aqui aburrido. Que injusta la vida —se queja.
—¡Darell!
—Bueno, bueno, me concentro. Rayos, esto parece novela mexicana... Volviendo al tema te daré mi humilde opinión, deberías llamarlo y disculparte. Nunca pensé que Nicholas insistirá tantas veces que no te fueras. También debes entender que el te pidió tiempo para contarte, en realidad no te ocultó nada, sólo pidió tiempo. Deberías dejar tu orgullo esta vez, querida, el ya hizo bastante —opina.
—Das asco dando consejos. Llamaré a Emily para venga.
Con la punta de mi manga absorto la punta de mi nariz. Marcó el número de Emily y cuando iba hablar comienzo a llorar, trataba de hablar pero no se me entendía nada. Darell me arrebató el celular, le informa que estaba muy mal y la necesitaba. Mientras mi amigo me consolaba esperamos a Emily, salte de alegría cuando el timbre es tocado, mi amiga corre donde mi y se balancea en mi brazos. Preocupada me interroga, como me costaba hablar Darell le contó todo.
—Hannah, eres una cabezota.
¡Otra más que estará en mi contra! Sin querer escuchar las palabras que me harán cambiar de opinión les pido que acepten mis decisión. Antes de dormir Emily me sigue a mi cuarto, se acuesta a mi lado, acaricia mi cabello y cerré los ojos disfrutando la sedación. Me gustaba sentir que no estaba sola, ella estaba a mi lado y eso me consolaba un poco el dolor que sentía.
—Amiga, sabes que quiero lo mejor para ti, tu misma te estás engañando al tomar esta decisión. Yo nunca le doy la razón a mi hermano porque todos sabemos que siempre hace lo que quiere, pero esta vez la que estaba mal entre los dos fuiste tu. No lo dejes ir por esa tontería, dale tiempo para que te cuente. No te rindas al primer obstáculo en el largo camino que tienen juntos. Te quiero tanto que siempre haré lo que esté en mis manos que sea lo mejor para ti. Buenas noches, no me iré a ningún lado, soy tu amiga y estaré aquí hasta que subas ese ánimo.
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Jugando con tus normas © #1
Action#1 libro. Ten cuidado al cruzarte en el camino de Nicholas Anderson. Nisiquiera pienses en dirigirle la palabra por que cuando abre su boca no hay vuelta atrás, cada palabra es como cien cuchillazos en un segundo. Su mirada oscura te hace dudar en...