5. A que no sabes lo que me enteré.

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En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente.
Proverbios 10:19 LBLA

El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua.
Proverbios 10:19 NVI

En las escrituras, leemos que las palabras tienen poder, para bendición o maldición; sin embargo, vemos a menudo cómo se usa algo tan valioso de manera tan imprudente. Por lo que vemos gente que habla casi sin poder parar, y por su incontinencia verbal terminan diciendo palabras de la cual tal vez en poco tiempo se arrepientan. De esta manera, se hiere, miente, promete, engaña, o bien se maltrata, todo a través de las palabras.

Cuantas veces pasa, que nos comienzan a contar algo de una persona y al poco tiempo nos vemos involucrados, también nosotros aportando nuestra propia opinión o experiencia y cuando nos queremos acordar estamos murmurando, en chisme, opinando de situaciones y personas que tal vez no conocemos en profundidad. Por lo tanto, debemos estar alerta a preguntas tales como: «¿Te enteraste lo que pasó?» o, “Te voy a contar un secreto, pero no se lo digas a nadie», o bien la versión religiosa del chisme: «Te cuento esto, pero te lo digo para que estés orando... No vayas a tomarme por un chismoso».

Si por un instante pudiéramos comprender lo dañino que resulta esto, seguramente seríamos mas prudentes en el uso de nuestras palabras.

Es frecuente ver personas, que hablan abundantemente, casi presumiendo saber de todo; sin embargo la prudencia, está en refrenar sus labios.

Otra característica del que habla mucho, es que es más propenso a equivocarse, no aprende de otros y de tanto hablar no escucha a los demás, sino solamente a sí mismo.

Es importante reflexionar si realmente le estamos dando buen uso a nuestras palabras. Piensa por un momento las veces que lastimaste a alguien sin querer, por una palabra demás que se te escapó. Piensa también en las palabras que a ti te han marcado, que otros te han dicho casi sin pensar pero que en ti produjeron un dolor que aún hoy recuerdas.

Hay personas que se relacionan con los demás, con palabras fuertes, a veces con gritos o insultos y esto casi que forma parte de su vida normal, pero hoy a la luz de la Palabra, el desafío es que cambiemos nuestra forma de hablar, para que logremos lo que dice la Biblia acerca de cómo debemos hacerlo.

Procuren que su conversación siempre sea agradable y de buen gusto, para que den a cada uno la respuesta debida.
Colosenses 4:6 RVC

 
Por: Daniel Zangaro.

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