|Especial| 146. La forma en que sentimos no es necesariamente real.

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Serie: ¿Qué es el verdadero amor?

Considere esto: La forma en que SENTIMOS no es necesariamente REAL.

Somos muy fácilmente engañados por nuestras emociones. Nuestras acciones y nuestras actitudes dicen mucho más, acerca de si amamos o no, que nuestras emociones. E incluso cuando nos autoexaminamos, nuestro punto de vista está distorsionado. Estamos ciegos y difícilmente podemos ver. Miramos a una o dos de las cosas que podríamos sacrificar en un día y, sin embargo, en el resto del día continuamos siguiendo nuestros propias estrategias y deseos.

¿Qué dicen sus acciones?

¿Cómo podríamos obtener el amor verdadero cuando hemos nacido y criado en un mundo egoísta y narcisista? ¿Cómo podríamos discernir la diferencia y, dónde incluso empezar?

Debemos ver quién es Dios, porque Dios es amor. Él es la fuente y, lo que Él hace y quién es, nos da un apropiado entendimiento y definición del amor.

Afortunadamente el amor de Dios no nos es dado basado en obras. Alabe a Dios por Su misericordia porque ninguno de nosotros merece Su amor. Pero se nos ha dado por gracia en Cristo. Si es así, conocemos la fuente del verdadero amor. En la salvación recibimos Su amor, que se nos ha sido dado por gracia—por Su Espíritu Santo. Así podemos:
 
amar a Dios y
amar a los demás

Esto significa que el amor es el origen de todas nuestras acciones.

¿Conoce el amor de Cristo? ¿Ha sido objeto del amor de Dios?¿Conoce la realidad del evangelio?

El Señor desea que entremos humildemente en Su amor, y que podamos recibirlo. Él nos encontrará donde quiera que estemos—en tristeza, en gozo, en decepción o en victoria. Él desea que sepamos que verdaderamente nos ama. Y que podemos confiar en Su amor. Acudamos a Dios con todas nuestras preocupaciones, pecados, problemas, y los dejemos a Sus pies y recibamos, a cambio, Su gracia, compasión y amor.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él. Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.
1 Juan 3:1‭-‬3 NVI

Este es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia. Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna. En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.
1 Juan 3:11‭-‬18 NVI

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