En épocas pasadas, el oficio al que se dedicaba una persona terminaba por dar un apellido a la familia; los herreros, los barreros, la familia tejedor, el relojero, etcétera. Nadie se sentía más que los otros, porque todos eran necesarios.
Esto mismo pasaba en un pequeño pueblo, donde todos se conocían, no sólo por el nombre sino por el oficio, vivían en total armonía, hasta que un día algo vino a turbar la tranquila vida de sus pobladores: el relojero había recibido una enorme herencia por lo cual tuvo que abandonar su amado pueblo natal. Toda la población quedó consternada, ya no tendrían un relojero.
El tiempo fue pasando, de pronto todos empezaron a dejar en el olvido sus relojes que ya no funcionaban y se comenzó a sufrir la ausencia del relojero. Pero era inútil seguir lamentándolo, era la nueva realidad.
Pero hubo alguien que obró de una manera distinta, su reloj ya no marcaba la hora exacta. Pensó en guardarlo, ya que tenía un gran cariño por él, se trataba de un regalo de su abuelo. Este reloj ya era parte de su vida, lo acompañaba cada día durante muchos años. Por ello no lo abandonó, aunque era cierto que ya no le servía de gran cosa. Pero cada noche, antes de acostarse cumplía fielmente con el rito de sacar el reloj del cajón, para darle cuerda a fin de que se mantuviera funcionando. Le corregía la hora más o menos intuitivamente recordando las últimas campanadas del reloj de la iglesia. Luego lo volvía a guardar hasta la noche siguiente en que repetía la rutina.
Un buen día, había un gran revuelo en el pueblo, ¡había regresado el relojero! Cada uno comenzó a buscar ansiosamente entre sus cosas los relojes que habían dejado de funcionar, ahora sí tenían a alguien que finalmente podía arreglarlos. Pero para la decepción de los dueños, ninguno de ellos tenía arreglo, había pasado mucho tiempo sin que fueran usados. Solamente uno de los relojes pudo ser reparado, aquel cuyo dueño lo había mantenido en funcionamiento aún no marcando correctamente la hora. La fidelidad y constancia de darle cuerda cada noche, había mantenido su maquinaria lubricada y en buen estado.
La oración pertenece a este tipo de realidades. Tiene mucho de herencia, también de utilidad, necesita fidelidad constante, y la esperanza de saber que "El gran relojero" pronto traerá restauración a tu vida.
Tal vez te sientes como ese viejo reloj, pensando que pasó tu mejor tiempo, o te sientes ineficiente en lo que haces, o que hay áreas de tu vida que no tienen arreglo, la buena noticia es que no fuiste descartado, ni dejado en el olvido. Tu Padre, quiere reparar tu vida, deja que Él obre y te sorprenda una vez más.
gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;
Romanos 12:12 RVR1960Si los tiempos por los que estas pasando son difíciles, no tienes las fuerzas para seguir en la carrera, durante este desierto; no dejes de orar, no dejes que tu relación y comunión con Dios se paralicen por la falta de actividad, busca a Dios en todo tiempo, persevera que cercano está el día que Él vuelva. No olvides, cada noche darle cuerda a tu vida a través de la oración.
Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
S. Marcos 13:33 RVR1960Por: Telma Céspedes.
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Amor, Fuego y Poder
Spiritual¿Estás comenzando tu caminar con Cristo, y no sabes qué hacer? ¿Buscas un tiempo devocional o buscas que Dios te hable? Pues, ¡bienvenido! Llénate del amor, fuego y poder de Dios. Y permite que Él transforme tu vida a diario.