78. ¿La pluma o la mano?

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Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
1 Pedro 5:6 RVR1960

Estaban por empezar las clases y una niña le preguntó a su abuela:
—Dime abuela, cuando eras pequeña, ¿también fuiste a la escuela?

—Sí, Laura, y voy a enseñarte como aprendí a escribir. En mi cuaderno, la maestra había trazado el modelo de las letras, quería hacerlas iguales con mi pluma nueva… ¡pero fue una catástrofe! Mis letras salían torcidas, con manchas feas... ¿Por qué? Seguramente se debía a la pluma, pensé; entonces hurté la de la maestra, pero ella pronto se dio cuenta y con voz severa preguntó: ¿quién tomó mi pluma?

»En el gran silencio que siguió, me puse a llorar y ella se me acercó y me preguntó: ¿por qué la tomaste? Entonces, se lo conté todo. Con solo una sonrisa agregó: Toma tu pluma, déjame conducir tu mano; tomó mi mano en la suya y con gran sorpresa para mí, la pluma ya no se pegaba y el resultado era bueno. ¡La falta no era, pues, la pluma sino la mano que la guiaba!

Recordemos siempre esta historia cada vez que intentemos hacer el bien; a pesar de nuestros esfuerzos, solo tendremos éxito en la medida en que como instrumento, sin voluntad propia, dejemos que Dios “guie nuestra mano” y obre en nuestra vida como quiera, pues tiene una meta precisa para Su gloria.

Tal vez en estos momentos hayas escrito de manera desastrosa tu vida, pero no es tarde, solo es cuestión de que estés dispuesto(a) a dejar que sea Dios quien te ayude a tomar la pluma y enseñarte a vivir.

Somete tus pensamientos, opiniones, sueños y proyectos a Dios para que Él sea quien tome las decisiones en tu vida. Deja que sea Su mano junto a la tuya las que escriban tu historia.

“...La mano de nuestro Dios es para bien en todos sobre los que lo buscan...” Esdras 8:22
 

Por: Telma Céspedes.

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