86. Siempre habrá un resultado final...

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Mi hermano es un hombre que sabe el manejo de la Madera, por muchos años ha trabajado diseñando para casas y oficinas todo tipo de accesorios en este material. Hace algún tiempo mi madre deseaba tener una repisa para el televisor en una de las alcobas de la casa y mi hermano gustosamente se ofreció a crearlo.

El trabajo se inició en el garaje, al principio una cantidad de pedazos de madera de diferentes tamaños con mucha herramienta, pero con los días esos maderos empezaron a formar algo que parecían cajones y que en realidad no se veían muy atractivos. Recuerdo que fuimos muchos los que pasamos por ese garaje, bromeamos de lo feo que se veía aquel proyecto y animamos a mi madre a “invertir” en uno ya hecho.

Sin embargo, al cabo de un mes aproximadamente y para nuestro asombro, aquellos pedazos de madera ahora unidos, pintados y decorados, hacían un set de televisión, perfecto para el espacio que mamá tenía en aquel cuarto. Los comentarios cambiaron, ahora todos alababan el gran trabajo de mi hermano, y cada persona coincidía en afirmar como aquel mueble era exactamente lo que el hogar de mis padres necesitaba.
En medio de la misma conversación nos fue imposible no parar y reflexionar acerca de lo que estaba ocurriendo. Todos aquellos que desconocíamos los planes del carpintero, neciamente nos habíamos burlado no sólo de su capacidad, sino de su obra. Y en la vida diaria hacemos exactamente lo mismo.

Dios que es el carpintero por excelencia, empieza a trabajar en las vidas de quienes así lo desean, pero incrédulamente al no ver los resultados que esperamos, empezamos a dudar de la capacidad de Dios para transformar vidas, sanar, restaurar, liberar, etc. Además en algunos casos cuando una persona emprende su asistencia a la iglesia o inicia su caminar con Dios y no vemos los cambios que esperamos en el tiempo que “creemos” deberían ocurrir, entonces minimizamos la persona y dudamos de su búsqueda de Dios.

Aquel día aprendí a esperar en el carpintero, aprendí a guardar mis juicios y confiar que el resultado llegará cuando menos lo espere. Sería ideal si todos lográsemos dejar de señalar aquellos en quien Dios está trabajando. Si practicamos el arte de ser pacientes y confiar que así como Dios se tomó y aún se toma el tiempo para trabajar en nuestras imperfecciones, también se tomará el tiempo necesario para trabajar en nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros, y todos aquellos que un día decidieron entregar su vida al maestro de maestros.

Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Filipenses 1:6 RVR1960

Por: Dilean Canas.

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