|Especial| 63. Sacerdotes y Reyes.

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Serie: Cultura de Reino

Actualmente encontramos hijos desobedientes, mal educados, que insultan en sus hogares, en la Iglesia y en cualquier lado. La única manera de discipular a un hijo así, es que entienda este proceso de desculturización y que asuma la cultura del Reino.

La Biblia fue escrita en cultura de maestros, por eso en la mayoría de los libros de la Biblia vemos que Dios habla y alguien como maestro, que explica lo que Dios habló. Al crear una cultura de maestro, estamos creando una cultura de discípulos, de esta manera el Reino de Dios es comprensible y está más cerca de manifestarse.

El problema de nuestra cultura es que se enseña algo desde el púlpito, y cuando se discute en los grupos el tema tratado, se sacan múltiples doctrinas y conceptos que nunca se dijeron, porque no tenemos cultura de discípulo. El modelo del Reino, demanda renunciar a nuestra cultura, y dejar que la cultura del Reino de Dios se imprima en nuestra vida, para reproducirla en otros.

Si nuestra cultura es del Reino, entonces la atmósfera del Reino se va a mover a nuestro favor. Detrás de una cultura hay un culto y detrás de un culto hay un espíritu y detrás de un espíritu hay un gobierno.

Todo lo que nos falta para cumplir el propósito de Dios, es un problema de pensamiento, es un problema de cultura. La cultura aglutina gente de un mismo espíritu. Se nos ha entrenado como buenos sacerdotes, pero pésimos reyes. El rey nace y se hace, por eso debe aprender la cultura y el protocolo del Reino y para ello debe desprenderse de la cultura de la que proviene.

No se puede vivir en una nueva cultura y disfrutar de ella si no renuncia a la cultura de la cual procede. No podemos tener una cultura de Reino con una mentalidad de plebeyo, y es un limitante que los latinos debemos superar, pues somos una mezcla de cultura indígena, africana y española, con todas sus implicaciones. 

Por otro lado, si bien es cierto que somos reyes y sacerdotes, nuestro orden sacerdotal está equivocado, pues operamos más bajo el traje de Aarón, que en el rango de Melquisedec, quien en su oficio primario fungía como rey.

Melquisedec, no es revelado en un lugar de culto, tabernáculo, templo o sinagoga; sino en un campo de batalla, donde irrumpe para bendecir a Abraham, quien retornaba victorioso de una guerra, donde estaba en juego un dominio territorial, impuesto por una alianza humana que pretendía subyugar y esclavizar a otros hombres, rompiendo de esta forma el orden de Dios, y Abraham lo honró dándole sus diezmos.

Este Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo. Salió al encuentro de Abraham que regresaba de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Entonces Abraham le dio la décima parte de todo lo que tenía. El nombre Melquisedec tiene dos significados: «rey de justicia» y «rey de Salem», o sea «rey de paz».
Hebreos 7:1‭-‬2 PDT

Cuando Abram escuchó que su pariente había sido capturado, reunió a trescientos dieciocho hombres bien entrenados que habían nacido en su hogar, y se fue hasta Dan a perseguir al enemigo. Por la noche Abram y sus siervos se desplegaron contra los enemigos, y los derrotaron. Los persiguieron hasta Hobá que queda al norte de Damasco. Abram recuperó todo lo que se habían llevado, liberó a Lot y lo que le habían quitado y liberó también a las mujeres y a los demás cautivos.  Cuando Abram regresó de derrotar a Quedorlaómer y a los otros reyes que estaban con él, el rey de Sodoma vino a encontrarse con él en el valle de Save, es decir, el valle del Rey.  Melquisedec, rey de Salem, trajo vino y pan. Él era sacerdote del Dios Altísimo. Bendijo a Abram y le dijo: «Abram, que te bendiga el Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra.  Y bendito sea el Dios Altísimo, quien entregó en tu poder a tus enemigos». Abram le dio a Melquisedec la décima parte de lo que había conseguido en batalla.
Génesis 14:14‭-‬20 PDT

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