76. ¡Somos bomberos!

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Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse. Porque el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios.
Santiago 1:19‭-‬20 DHH

Un incendio empieza con una chispa caída en un material muy seco, esta chispa puede ser apagada de inmediato cuando se tiene abundante agua a disposición, un extinguidor de fuego, tierra o una manta. Pero si no, el fuego va creciendo y al ser alimentando provoca mucha destrucción.

Las personas solemos prender chispas en diferentes circunstancias: al dar una palabra que juzga, un comentario o expresión que ofende a otra persona; pero además, el incendio va creciendo en los casos que no sabemos escuchar o no tenemos empatía hacia los demás.

El escuchar es uno de los componentes de la comunicación, es por eso que Dios nos ha provisto de dos oídos, pero el solo oír no implica que uno está escuchando con atención a la otra persona, se requiere también que los demás sentidos estén implicados.

La frase utilizada en un programa conocido dice: “No te escucho, no te escucho tengo orejas de pescado” refleja que uno cierra los oídos cuando no quiere escuchar el mensaje de los demás, ya sea porque no le conviene, porque no quiere ser corregido, quizás por no estar interesado en lo que tienen para decirle o tal vez porque se encuentra dominado por la furia.

Tengamos presente que una respuesta serena o muda aporta al cese de un conflicto, como dice:

La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
Proverbios 15:1 RVR1960

Todos pasamos por circunstancias donde el enojo se hace presente, y está en nuestra actitud si vamos a alimentar más el fuego con respuestas ásperas o apagarlo con una blanda respuesta, callando o simplemente escuchando. Demos el primer paso en estar en paz con los demás, y practiquemos lo que la Palabra de Dios nos dice:

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
Romanos 12:18 RVR1960

Te animo a reflexionar: ¿Cómo manejas tus enojos? ¿Cuál eres tú, el que aplaca el fuego o el que aporta para un gran incendio?

Por: Soraida Fuentes.

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