|Especial| 62. ¿Con qué tiene que ver la perfección?

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Serie: Cultura de Reino

Perfección, en el aspecto establecido por Dios al hombre, no indica impecabilidad; tiene que ver con integridad, plenitud, excelencia, ser completo y maduro. Ese es nuestro estándar, porque en Cristo estamos completos.

En la cultura presente, de hogares disfuncionales y modelos de familia distorsionados, nos cuesta entender las demandas que establecen las Escrituras en el tiempo que fueron declaradas. Entendían estos postulados desde una perspectiva familiar distinta.

Por lo tanto, Dios no acepta excusas que justifiquen  nuestra inutilidad y desobediencia a los desafíos que su Reino nos presenta; no podemos convencerlo con nuestros argumentos diciéndole: “Señor tú sabes el hogar que yo tuve…” “Dios, tú conoces los traumas recibidos por culpa de mis padres”, etc., y Él nos responde: “¿De qué me estás hablando, si Yo en Cristo te hice completo?” Dios nos habla y nos dice, “Yo hablo al hombre perfecto que está dentro de ti.” Por eso, nuestra tarea es ser perfectos en la cultura del Reino de Dios.

Dios no nos juzga por haber nacido en esta generación, pero tampoco justifica nuestros desaciertos, porque para eso nos dejó su Palabra. A medida que la historia avanza y nos alejamos más de la cultura bíblica, más estarán degradadas las generaciones.

Entonces, una persona que nació en un hogar inestable, producto de esta sociedad decadente culturalmente, arrastra esos paradigmas a su nueva experiencia de fe. En sí, es una persona dañada y violada, que bien es cierto, necesita un nivel de sanidad interior, pero que no podemos hacer de este elemento el centro del ministerio, sino traer sanidad de su cultura, de la forma de ver la vida, porque lo que está en juego es el propósito de Dios y no el problema del hombre. 

En la Biblia encontramos el modelo de educación familiar, en nuestros días la educación es Estatal. A nuestros hijos los educan personas que no conocemos, para nosotros el éxito de la educación de nuestros hijos son las buenas notas que traen en una libreta de calificaciones.

En la iglesia aplicamos ese mismo patrón, pero Dios nunca le dio al Estado u otra institución, el poder de la educación; se lo dio a la familia, y particularmente al padre, porque es en ese ámbito que se forman los valores de una cultura que va a afectar a toda una generación.

En Cristo, ustedes están completos y no necesitan nada más, pues él es cabeza de todos los gobernantes y poderes.
Colosenses 2:10 PDT

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