41. Un gesto de amor.

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El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado.
Proverbios 11:25 RVR196

Llovía fuerte y era de noche, cuando Renato se dio cuenta que una señora, de avanzada edad, estaba con su coche parado al costado de la carretera necesitando ayuda. Así que, inmediatamente, detuvo su vehículo y se acercó. La señora pensó, que podía tratarse de un ladrón, pues él no inspiraba confianza, tenía el aspecto de un hombre pobre y hambriento.

Renato rápidamente percibió el temor de la mujer y le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. ¿Por qué no entra a su auto mientras lo reviso?” Le extendió la mano y le dijo: “Un gusto, mi nombre es Renato”.

Al inspeccionar lo que pasaba, inmediatamente se dio cuenta que la rueda estaba pinchada, entonces se agachó, colocó el gato mecánico, levantó el coche, cambió la rueda y cuando estaba en la tarea de apretar las tuercas, ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por allí y de lo agradecida que estaba por su valiosa ayuda. Renato apenas sonrió mientras se levantaba. Ella le preguntó cuánto le debía, reflexionando íntimamente en todas las cosas terribles que podían haber pasado si él no se hubiese detenido para socorrerla. Renato era un hombre que no pensaba solo en el dinero, le gustaba ayudar a las personas. Este era su modo de vivir. Y le respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que se encuentre con alguien que tiene una necesidad, bríndele a esa persona la ayuda que necesite y en dicho momento, acuérdese de mí”.

Después de andar algunos kilómetros, bajo una lluvia torrencial, la anciana decidió parar en un pequeño restaurant al costado del camino. Rápidamente se le acercó una  camarera quien le trajo una toalla limpia para que pudiera secar su cabello. La señora notó que la joven que la atendía, estaba con casi ocho meses de embarazo, pero a pesar de eso, tenía una muy buena actitud de amoroso servicio. Esto despertó la curiosidad de la señora, quien se preguntó, ¿cuál será la razón, para que ésta joven que no me conoce, me trate tan bien?

En ese instante vino a su mente la imagen de Renato y lo bien que él había procedido con ella.

Al terminar de comer, y mientras la camarera buscaba el cambio, la señora se retiró. Cuando la joven volvió, ya no la encontró y mientras empezaba a preparar la mesa para el próximo cliente, encontró una nota en la servilleta y cuatro billetes de 1.000 euros. Entre sorprendida y conmovida por semejante generosidad, sus lágrimas comenzaron a bañar sus ojos, mientras leía lo que la señora tiernamente le había escrito: “Hoy tuve un problema y alguien me ayudó, de la misma forma yo quiero ayudarte a ti. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda también a alguien más y acuérdate de mí”.

Aquella noche, la joven llegó a su casa cansada, después de un largo día de trabajo, se acostó y mientras observaba a su esposo quien ya se había dormido, se quedó pensando en el dinero, en las palabras que le había escrito la señora y en lo bien que les venía este regalo, porque el nacimiento de su hijo sería aproximadamente en un mes. Se dibujó en su rostro una gran sonrisa, agradeció a Dios, se volvió hacia su esposo que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró: “Todo estará bien: ¡Te Amo Renato!”

Esta es la actitud que deberíamos tener todas las personas que hemos recibido a Jesús en nuestro corazón, como nuestro único Señor y Salvador, porque aún enfrentando momentos difíciles en nuestras vidas, deberíamos tener una sonrisa en nuestros labios y paz en nuestros corazones, porque Dios prometió estar con nosotros todos los días de nuestras vidas y jamás desampararnos.

Jamás olvidemos que todo lo que damos, vuelve a nosotros. Si sembramos el bien, eso mismo recogeremos. Acordémonos de Renato.

Por: Brisna Bustamante S.

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