57. Dios, Juez Justo.

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No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan.
Salmos 37:1‭-‬2 NTV

Esa noche el rey no podía dormir, entonces ordenó a un asistente que le trajera el libro de la historia de su reino para que se lo leyeran. En los registros descubrió el relato de Mardoqueo cuando informó sobre el complot que Bigtana y Teres, dos soldados que cuidaban la puerta de las habitaciones privadas del rey, los cuales habían tramado asesinarlo.

—¿Qué recompensa o reconocimiento le dimos a Mardoqueo por este acto? —preguntó el rey.

Sus asistentes contestaron:
—Nunca se ha hecho nada.

—¿Quién está en el patio exterior? —preguntó el rey.

Resulta que Amán acababa de llegar al patio exterior del palacio para pedirle al rey que atravesara a Mardoqueo en el poste que había preparado. Entonces los asistentes contestaron al rey:
—Es Amán el que está en el patio.

—Háganlo pasar —ordenó el rey.

Entonces Amán entró, y el rey dijo:
—¿Qué debo hacer para honrar a un hombre que verdaderamente me agrada?

Amán pensó que se trataba de él y contestó: —Si el rey desea honrar a alguien, debería sacar uno de los mantos reales que haya usado el rey y también un caballo que el propio rey haya montado, uno que tenga un emblema real en la frente. Que el manto y el caballo sean entregados a uno de los funcionarios más nobles del rey y que ésta persona se asegure de que vistan con el manto real al hombre a quien el rey quiere honrar y lo paseen por la plaza de la ciudad en el caballo del rey. Durante el paseo, que el funcionario anuncie a viva voz: “¡Esto es lo que el rey hace a quien él quiere honrar!”.

—¡Perfecto! —le dijo el rey a Amán—. ¡Rápido! Lleva mi manto y mi caballo, y haz todo lo que has dicho con Mardoqueo, el judío que se sienta a la puerta del palacio. ¡No pierdas ni un detalle de lo que has sugerido!

Amán tomó el manto y se lo puso a Mardoqueo, lo hizo montar el caballo del rey, y lo paseó por la plaza de la ciudad, gritando: “¡Esto es lo que el rey hace a quien él quiere honrar!”. Después Mardoqueo regresó a la puerta del palacio, mientras que Amán se apresuró a volver a su casa desalentado y totalmente humillado.

Después uno de los custodios le dijo al rey:
—Amán ha levantado un poste afilado de veintidós metros y medio en el patio de su casa. Tenía pensado utilizarlo para atravesar a Mardoqueo, el hombre que salvo al rey de ser asesinado.

—¡Que atraviesen a Amán en ese poste!—ordenó el rey.

Entonces atravesaron a Amán con el poste que había levantado para Mardoqueo, y la furia del rey se calmó.

Posiblemente al igual que Mardoqueo, tú hayas procedido correctamente en tu trabajo y esperabas que al menos alguien agradeciera o reconociera tu labor, pero no lo hicieron, incluso tienes enemigos que conspiran contra ti. Recuerda, tenemos un Dios justo, que defenderá tu causa y recompensará todo lo que hiciste porque ante sus ojos nada pasa como desapercibido. No creas que se olvidó de ti, el momento indicado te honrará y pagará a tus adversarios conforme a sus obras y a su maldad.

Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes. Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia.
Salmos 27:13‭-‬14 NTV


Por: Brisna Bustamante S.

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