|Especial| 149. ¿Cómo caminamos en el amor verdadero?

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Serie: ¿Qué es el verdadero amor?

Lea 1 Juan 4:16-17 y Juan 13:34-35.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
1 Juan 4:16‭-‬17 RVR1960

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Juan 13:34‭-‬35 RVR1960

¿Cómo nos liberamos a nosotros mismos del pecado y del amor propio y caminamos hacia adelante en amor verdadero?

No podemos hacer esto sin Dios y sin Su ayuda. Es tan fácil perder el enfoque o desviarse. El amor de Cristo y el evangelio es nuestra única esperanza. Jesús vino y vivió, murió, fue enterrado y se levantó otra vez para vencer al pecado, a Satanás y la muerte. El Hijo de Dios, quien nos amó, también se entregó a sí mismo por nosotros. Él preparó el camino ante nosotros en Su amor. "Señor Jesús, deseo caminar en este amor. Ayúdame a poner toda mi esperanza y toda mi confianza solo en ti".

Leer los himnos de los santos de la antigüedad nos puede ayudar a enfocar nuestra mente en la batalla. Escuchamos sus corazones regocijándose en Dios, adorándole, viviendo vidas de santidad y amándolo con todo su corazón, alma, mente y fuerzas. Considere estas estrofas de Isaac Watts en su himno "Despierta mi celo, despierta mi amor." ¿Ansía tu corazón amar al Señor así?

Despierta, mi celo; despierta, mi amor,
Para servir a mi Salvador aquí abajo,
En obras que perfeccionaron a los santos de arriba
Y los santos ángeles no pueden ir.

Despierta, mi alma, para alimentar
El alma hambrienta, y vestir al pobre;
En el Cielo ninguno está en necesidad,
Sus corazones están llenos para siempre.

Somete mis pasiones, ¡oh alma mía!
Mantén la batalla, prosigue el trabajo de Dios,
A diario controla mis crecientes pecados,
Y las victorias serán por siempre nuevas.
 
La tierra del triunfo yace en lo alto,
No existen enemigos a encontrar allí;
Señor, conquistaría hasta mi muerte,
Y terminaría toda la gloriosa guerra.
 
Que cada hora que pase confiese
Gano para Tu Evangelio fresco renombre;
Y cuando mi vida y mis labores cesen,
¡Pueda poseer yo la corona prometida!

Fuente: [YouVersion]

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