|Especial| 61. Principio de obediencia.

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Serie: Cultura de Reino

Para hacer evidente la cultura del Reino, es imprescindible el principio de obediencia, que demanda, una fe innegociable en los postulados que Cristo presentó a sus seguidores. 

La palabra “obediencia” que se utiliza en este contexto, es el vocablo griego “peidsarjeo” que significa ser persuadidos por un gobernante, someterse a la autoridad, conformarse al consejo, escuchar con atención. Por otra parte, esta palabra en el idioma hebreo significa ver inteligentemente, prestar atención, estar atento, consentir, entendido, discernir, divulgar, dócil, entender, escuchar.  

En las Escrituras se nos da a entender que, toda la manifestación de la bendición de Dios viene a nuestra vida cuando somos obedientes a su Palabra y particularmente en las instrucciones dadas al pueblo de Dios.

Cuando la Biblia habla de obediencia, primero se refiere a Dios  y segundo a los hombres que Él ha puesto en la familia, iglesia y en la nación, como sus autoridades representativas. Todo aquel que conoce y practica la obediencia y la sujeción, está listo para que el gobierno de Dios o su Reino sea una realidad en su vida. Una sana y verdadera subordinación, significa que reconocemos que hay alguien, quien está por encima de nosotros, al cual debemos estar sometidos por la obediencia y por la autoridad que tiene sobre nosotros. 

Pero en esto tenemos un bloqueo mental, puesto que, en las Escrituras, encontramos una cultura de obediencia, pero en la actualidad tenemos una  cultura de sugerencia. Nacimos en una cultura de capricho, porque desde chicos fuimos acostumbrados a que se alimentaran nuestros caprichos. Cuando tenemos una cultura de capricho, nos gusta el Evangelio mientras alimenta nuestros intereses, pero cuando se nos demanda obediencia a una visión, se manifiestan todos nuestros caprichos, porque fuimos culturalmente entrenados para eso.

Restauración de la cultura del Reino en nuestros corazones. Sabemos que Dios es perfecto y ha creado al hombre perfecto, su mente es perfecta y Él  habla a lo perfecto. Que nosotros no hayamos tenido el hogar perfecto, es nuestro problema, no es el problema de Dios. 

¿Sabe cómo nos habla Dios hoy? Como si fuéramos Adán antes del pecado. Dios nunca nos va a hablar como pecadores, porque Dios no tiene contacto con el pecado, Dios nos habla como perfectos. Por eso, desde el comienzo Dios nos demanda la perfección, se lo dijo a Abraham cuando lo llamó para cumplir su plan: “Yo soy el Dios Todopoderoso, anda delante de mí y sé perfecto”. Luego Cristo lo reiteró como un desafío para todos sus discípulos, “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, (Mateo 5:48).   

Igualmente el apóstol Pablo nos dice que seamos perfectos, que sigamos una misma regla y tengamos una misma mente para llevar a cabo los planes que Dios ha trazado en nuestras vidas.

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.  Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles.
Deuteronomio 28:1‭-‬14 RVR1960

Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.
Génesis 17:2 RVR1960

Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
Gálatas 3:15‭-‬16 RVR1960

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