15 minutos tarde

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Equim ya era interiormente famoso, interpretaba distintos roles frente al espejo; reía y lloraba, mostraba ahí todas las emociones que en su casa nadie veía. Se enamoraba todos los días de algo nuevo

Tiene recién 13, había pasado poco de su cumpleaños. Tiene pecas y cabello colorado, usa ropa clásica, aunque no se encuentre en ella ni en su cabello rizado.

Vive un poco lejos de su colegio, pero le encanta recorrer esas cuadras, va con su música en el celular que ha heredado de su mamá.

-Me encantan los días nublado.- Dijo recién levantado.

-Vení a comer que se hace tarde.- Dijo Leticia, su mamá.

-Mejor si llueve así podemos retirarnos antes, odio química.- Le comentó mientras miraba por la ventana.

Pero no solo odiaba química, odiaba todo lo que no tenía un porque y que diera con resultados exactos, porque en él todo tenía muchos sentidos, muchas interpretaciones.

Comía en menos de lo que Leticia tardaba en sentarse y hacía un movimiento con la pierna casi incontrolable.

Tenía amigos anuales y pasajeros, no salía mucho; pero este nuevo año quería ser distinto, mas de lo que ya era por tener una voz que no le cambiaba como al resto de los niños y muy poco vello en su cuerpo.

Pasó su niñez queriendo ser otro niño pero ahora estaba mas valiente preparado para sumergirse en su adolescencia con todo lo que el destino le tenía preparado en el azar.

Cuando entraba la colegio de las etiquetas, nadie lo veía y su música sonaba más fuerte que sus ganas de pertenecer a un grupo.

A los trece, todos pertenecían a algo, pero ahí estaba Equim, con su música inexistente para los demás, sin chismes que contar y a nadie para amar. Nunca había amado, pero si enamoraba de todas las películas y canciones románticas.

No tenía muchas esperanzas porque en el pueblo ningún chico confesaba que escuchaba pop, eso era de raros.

Cada tarde iba conociendo más a sus compañeros y más conocía a qué podía pertenecer. Solo hablaba con las chicas de adelante, que lo habían adoptado la primera semana porque era una luz en terminar tareas.

Dos lunes después del primer mes, llegó 15 minutos más tarde y su grupo exigente con la puntualidad lo dejó sin asiento y lo único libre era el fondo, que nunca había girado a ver porque le aterraba la idea de hablar con los que tenían 17 y era la tercera vez que estaban en los mismos bancos; se sentó al lado de Ximena que no había sacado sus útiles ni su almohada de la cara.

-Vo so el que se sienta adelante y hoy caíste con la gilada.- Dijo con su voz peculiar.

Equim solo miraba la cantidad de aros que tenía ella en su oreja.

-Em, si nunca había visto tantos aros en una cara.- respondió un poco tímido.

-Esta es la onda ahora guachi.- Se rió Ximena.

-¿Si?- Respondió sorprendido.

-Ehhhh Luquitas vení, acá atrás te guardé un asiento dijo ella con entusiasmo.

Ahí lo vió, el chico que todos los días nombraban en la asistencia pero nunca aparecia.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora