Zapatillas rojas.

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*Narra Equim*

Había fotos de cuando Sebastian era chico, de viajes en familia, su mamá y sus hermanos estaban en todas las de su infancia.
Las actuales eran con sus amigos, de viajes con el equipo de fútbol, en la cancha de river con su papá.
Era la única foto donde Sebastian estaba con su papá.
Miré durante un largo rato sus fotos, el era realmente lindo, pero en todas ellas sus ojos no brillaban.
Después de unos minutos de conplemplar la belleza exterior de Sebastian pude ver una foto mía, la única que había subido a mí cuenta de Facebook. Se me puso la piel de gallina y mis manos se volvieron a helar.
¿Es un psicópata? ¿Hace magia negra con mi foto? Pensé y movía mi pierna izquierda ansioso.
La borré y cerré la carpeta. Lo miré a él que parecía un ángel cuando dormía y tomé mis zapatillas rojas.
Sin hacer ningún ruido abrí la puerta de su cuarto y me fui al living, con miedo de que aparezca alguien o algo que descubriera mi presencia en el lugar.
Mi casa quedaba lejos, a veinte cuadras más o menos y era la madrugada del domingo, todos estaban saliendo de Doncella, todos borrachos.
Decidí irme igual, con todo el miedo me fui de la casa muy bien diseñada del rubio.
Busqué plata en mis bolsillos, tal vez tenía para un remisse, había dejado mi billetera en la casa de Sara, también mi celular.
Caminé unas cuadras muy rápido, casi corriendo, mamá nunca me dejaba caminar solo por la noche.
Después de caminar un rato, encontré una parada de colectivos, yo nunca había tomado uno, pero subí.
-Hasta la plaza principal por favor.-Le dije al chófer.
-son 2,50$.- Respondió el hombre con cara de sueño.
¿Cómo estaria mi cara? ¿Donde me sentaría para ir seguro? ¿Los asientos estaban usados por todo Maipú? Pensé y termine sentado en un asiento, en el medio, lejos del grupos de chicos con olor a cigarrillos.
Hicimos 5 cuadras más y la cumbia de fondo acrementaban mis ganas de vomitar junto con la rapidez que el chófer doblaba en las esquinas.
Tenía miedo, sentía que iba bajar en la plaza sin mis zapatillas rojas. Con mucho cuidado observé al grupo de fondo, giré despacio la cabeza y vi de espaldas a uno con la espalda muy parecida a la de Lucas.
Me acurruque en el asiento que estaba cerca del chófer, las risas de ellos me hacían temblar, querer correr.
-no te agobies, no te ahogues, no es él, no pasa nada.- me dije y empecé a toser ahogado por la cantidad de oxígeno que había inahlado por la boca.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora