La calle Italia

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*Nara Equim*
-¡¡Ey!! ¡Equim Valwers!- Escuché un grito de una voz que estaba cambiando por la adolescencia.
Seguí caminando y miré hacia atrás, ahí venía corriendo, con su camisa adentro del pantalón, sus piernas perfectas y gritando mi nombre.
-¿Adónde vas? Intenté salir lo más rápido que pude, está re lleno.- Me dijo y escuché por primera vez su voz fresca y pude notar como su barba era primitiva y estaba queriendo salir.
-Iba a casa, no encontré a Sara, mi amiga y no voy a volver al pub donde no conozco a nadie.-Respondí mirando su boca que parecía una manzana para morder.
-Yo tampoco tengo sueño, tengo el auto a una cuadra. Hoy me lo prestó mamá y no puedo tomar tanto, viste como es.- Me miró a los ojos e hizo una sonrisa tímida.
- Mi papá me estuvo enseñando a manejar, me cuesta eso del estacionamiento cuando hay muchos autos.- Le dije mientras estábamos parados en la calle Italia. Yo con mi campera de cuero y él con toda la actitud de chico inalcanzable.
-Bueno, si querés clases extras de manejo puedo darte jaajaj. Lo voy a buscar al mío y si querés podemos ir a algún lugar a charlar.-El rubio no dejaba de mirarme los ojos y los labios.
-¿De que podemos charlar vos y yo? ¿De fútbol? Y prefiero caminar, está linda la noche.-Respondí mirando las estrellas.
-¿De que te gusta charlar? ¿O los chicos cool no hablan?- Preguntó y yo largué una carcajada.
-Bueno vos podés ser más cool que yo, tenías una pared humana que te protegía y me mandaste a buscar cual soda al supermercado.- Le dije mientras doblabamos terminando la cuadra.
-Naaa, vos oles mejor que yo y pronuncias las 's' al final de cada palabra, me atrevo a decir que también sos muy buen asesor de imagen.- Se rió mientras sonaba su celular.

Era sábado por la noche y había imaginado y practicado charlas sobre el espejo conmigo mismo para saber que responder o que gesto hacer. Sebastian parecía un buen chico. Siempre cuando conocía a alguien no escuchaba sus palabras en sí, agregaba desde donde venían, desde que sentimiento. Las de él parecían alegres y puras y sus ojos,medios achinados eran todo lo que estaba bien esa noche.
Me reí por sus comentarios sobre la belleza, la moda, el pueblo de las etiquetas que hizo las siguientes dos horas y sus ganas de hacerme reír. Cuando lo miraba y me reía algo brillante se prendía en su mirada.
No puedo recordar que se encendió en mí cuando me dijo que estábamos caminando en círculos y estábamos volviendo a la calle Italia.
Habíamos perdido la noción del espacio y tiempo, eran cerca de las 5 am.
Era mi vida en el lugar donde quería estar, con un chico nuevo que me había hecho reir hasta llorar cuando contaba anécdotas sobre lo que se decía de él y actuaba como un niño cada vez que encontraba una pierda y la pateaba hasta que la perdía y encontraba otra.
-Ya es re tarde, mi perra se debe haber ido de su posición de reemplazarme en la cama.-Dije contento y con mi voz aguda y suave de la que siempre me avergonce.
-¿Te escapaste? ¿Donde vivís? Vamos a buscar el auto y te acerco.
-Si, lo hice. Tenía que salir hoy es mi primera vez. Debo decir que esperaba emborracharme y acabar preso o algo así, pero en efecto me divertí mucho más con vos.-Respondí y agregué;
-Mi casa es a unas cuadras, no es necesario que me acerques.-
-Pero quiero. ¿Sabes? Cuando te vi en la escuela sabía que eras vos, porque me saludaste distante pero me miraste asustado. No me diste la mano ni tampoco un beso como a Bruno, pero me dijiste mucho con tu mirada, es profunda te lo dije ya muchas veces pero la forma de tus ojos me recuerdan a los de mi mamá.- Respondió mientras estábamos parados en la calle Italia que tanto me dejó.
-Guau, ¿Tu mamá no es vieja, no? Pregunté riéndome pero guardando esas palabras en mi alma.
-No, me tuvo a sus quince años, es más una hermana mayor.- Me respondió riéndose.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora