*Narra Equim*
-¿Siempre decís cosas que tranquilizan las peores inseguridades?- Le pregunté mientras estábamos abrazados en el cuatriciclo.
-No, solo quiero que sepas para mí no es un juego o un cojer con alguien, nadie sabe que soy gay, ni siquiera yo estaba seguro. Lo único que sé es que cuando te dejé anoche cerca de tu casa hasta hace un rato necesitaba verte y besarte. No te sientas inseguro porque seguro yo voy a estar para recordarte que estoy.- Me respondió pasando sus dedos por mis pestañas.
Lo miré y volví a poner mi cara sobre su pecho. Se me cayó una lágrima que sequé con su chomba azul.
Si, tenía miedo pero le creía a Sebastian. En mis trece casi catorce años nadie me había mirado a los ojos y me había declarado amor y comprensión.
Nos sentamos en una mesa de troncos que inventó él. Jamás iba a esos lugares llenos de tierra y mosquitos. Jamás ensuciaba mi ropa, jamás me sentaba en cualquier lado.
Pero ese día sentí que necesitaba un poco de suciedad al lado de Sebastian.
-Me gustaría ayudarte a descubrir que te gusta en el amor más allá del género. Nunca sentí una confusión en lo que me gustaba pero si puedo ser el canal para que te encuentres estoy lleno de agua para recorrer.- Le dije en el oído.
Me miró e hizo una sonrisa tímida con los cachetes sonrojados y con la mano se rascó la parte de atrás de su cabeza.
-Bueno, no sé qué decir porque todos lo que me propusieron algo después se fueron lejos.-Me respondió levantandose y levantándome con sus manos puestas sobre mi cintura.
-Yo no puedo irme, a ningún lado, primero porque nunca me voy de dónde siento que tengo mucha vida y segundo; sos el chico más lindo que he conocido.- Dije y el me besó.
En ese momento donde toda su pasión chocaba mi cuerpo y la mía su corazón nos caímos al césped después de pasar por muchos lugares buscando uno para depositarnos.
Sebastian puso su mano en mi cabeza y la otra en el suelo para que no me golpeara.
Yo cerré los ojos y me abracé a él. Nos reímos tirados en el piso durante unos minutos.
-Mirame, si querés hoy a la noche nos podemos ver. En casa todos duermen y te puedo ir a buscar.- Me dijo y sentí las mariposas de las que había escuchado muchas veces pero hechas de emociones encontradas.
-Pero, ¿No es peligroso que alguien nos vea?- Pregunté con un tono de voz indeciso.
-Puede que si, pero me gusta el peligro.- Respondió lenvantándose y tomando mis manos para que yo lo hiciera también.
-Dame un beso más porque te sino me voy a enojar.- Me dijo mientras yo acomodaba mi pantalón y lo miraba.
-No te enojes porque sos más lindo cuando te reís y se te ven tus dientes separaditos.- Le dije y lo abracé.
-Nunca me he sentido así.- Me puso en frente de él.
-¿Así como?- Respondí y Sebastian subió al cuatriciclo y me dijo:
-Vamos, tengo que mostrarte algo.-
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2:30 am (parte I)
Roman pour AdolescentsSi hay una brisa que me dice que tenga esperanzas, no soy un chico que disfrute de lo que se parece a todo. He oído decir que cada uno escucha lo que quiere escuchar. ¿Por qué yo siempre escuché lo que me obligaron? Siempre hasta que un día la angus...