*Narra Sebastian*
Llegué a mi casa en diez minutos. Vivíamos casi a 20 cuadras de diferencia. Las conté mientras frené a comprar una cerveza.
No le había preguntado a Equim cual era su trago favorito o que tipo de películas le gustaban.
Mi casa era grande, mis dos hermanos y yo teníamos un cuarto cada uno. Mamá a veces no volvía a dormir. Ya me había acostumbrado a ir a buscarla al casino o la guardia de algún hospital.
Las tres habitaciones principales estaban juntas, pero la mía estaba pasando el living, el comedor y la cocina.
Me encerraba ahí casi todo los días después del colegio o de entrenar.
Abrí la botella de cerveza y comencé a ordenar toda ropa del suelo y abrí las ventanas. Sentía que Equim iba a vomitar cuando entrara ahí.
Había pasado una hora y todavía no me escribía. Fui comprar otra cerveza, necesitaba calmarme y dejar de pensar en cómo hacer para verlo esa noche.
Era demasiado tarde para dejar de pensar en cómo hacer para verlo, tenía todo planeado;
Compré papas fritas, jugo, otras cervezas más y un chocolate para Equim.
Me encantaba su nombre, la forma de su cara, sus pómulos con un rubor natural y sus ojos gigantes acompañados de unas pestañas colosales. Tenía rulos y medía un poco menos que yo. La estatura perfecta para enamorarme. Yo no me enamoré de él la noche de la calle Italia, me enamoré cuando lo ví en la escuela, cuando abrazo a Bruno y cuando me saludó sin ganas de hacerlo.
Mi celular sonaba a cada rato, mis amigos que me pedían salir a dar vueltas, chicas en Facebook dándome toques, mis primos que necesitaban favores.
Ahí estaba yo, me había tomado dos cervezas y miraba la foto de Facebook de Equim.
Pensé en llamarlo, estuve a punto un par de veces, ya habían pasado dos horas, mi pieza estaba limpia, yo mareado y Equim no me escribía.
En ese momento llegó mi mamá con comida.
-Hola amorcito, te amo. Traje comida.-Me dijo y apestaba a tabaco.
Yo me lavé los dientes antes de salir a saludarla.
-No tengo hambre, ¿Puedo usar el auto?- Contesté ansioso.
-Sebastian tenés que comer algo, llevate un sándwich de milanesa chiquito y podés salir en el auto.- mi mamá era alta, tenía el pelo negro, tez trigueña y ojos tristes.
Miré el reloj y ya eran las 2:00am. No me iba a escribir, ya era demasiado tarde, fui a buscar a mis amigos para comprar más cerveza. Todos querían que nos levantemos unas minas. Me sentí raro, yo era el rey de tener sexo con chicas por una noche. Lo peor era cuando se enamoraban, ahí no sabía qué hacer.
Cuando empecé a sentir cosas por Equim, nunca dudé que siempre me llamaron la atención los hombres, pero no como él.
¿Donde estaba? ¿Porque no me había escrito? ¿Había hecho mal en tocarle la cola? Pensé.
Miraba mi celular cada dos minutos mientras manejaba, pasé por la calle de su casa un par de veces.
Ya eran más 2:20am y mi cara se había transformado en un mountro, estaba idiota y triste. Equim se había olvidado de mí y de lo que acordamos.
Decidí correr a la mierda a mis amigos, los dejé en la plaza principal y fui a su casa. Necesitaba una respuesta. Necesitaba darle un beso para dormir tranquilo.
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2:30 am (parte I)
Novela JuvenilSi hay una brisa que me dice que tenga esperanzas, no soy un chico que disfrute de lo que se parece a todo. He oído decir que cada uno escucha lo que quiere escuchar. ¿Por qué yo siempre escuché lo que me obligaron? Siempre hasta que un día la angus...