"Vivir de la mirada ajena"

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*Narra Equim*

Cada noche que pasábamos juntos me sorprendía con algún detalle, mimaba mis partes rotas y curaba mis inseguridades ingenuas. Decía que amaba la manera en la cuál podía tener inocencia y convivir con la mirada cargada de prejuicios de los demás.
Podía sentir sus besos hasta cuándo no quería entender que cada tarde más me enamoraba de él y no iba a abandonarlo. Sus impulsos sobre nosotros me recordaban a mis impulsos cuando él no estaba y podía ver la realidad en la que vivía ¿Como lo hacía? ¿Como le explicaba que por él las palabras tenían un sentido más profundo?

Todo parecía sano cuando lo miraba a los ojos, todo hasta que un día alguien nos vió saliendo del bosque cerca de mi casa tomados de la mano, él con una remera gris y yo con su sweater grande.
Nos miro y se rió con malicia.
-Hey vení un segundo.- Le dijo Sebastian a la chica delgada y con cabello castaño oscuro.
-Esto que viste acá, no es algo que los demás se tengan que enterar.- Amenazó y su voz sonaba enojada.
Ella le dijo que creía en Dios y que nuestro amor era un pecado. Se refirió al coito como el acto más perverso y prosiguió a irse porque "se le hacía tarde". Era el único día qué decidimos merendar porque en la noche mi prima Vilma llegaba a casa.

Mi cara cuando escuchaba sus palabras fue un simple culo. Nunca supe entender como una religión se basa en difundir un estilo de vida que se reduce a que todo aquello que fuera deseo y pasión hacia cualquier persona era un lugar raro y nos resguardemos en ser correctos. "Es  la palabra escrita por Dios" , refutaban los fanáticos del expresar su odio.
Ese no era mi Dios, yo no era un pecador por  desear a un hombre que me deseaba. Mamá me lo había dicho "Dios nos quiere felices, en cuerpo y alma al lado de a quien nuestro corazón nos lleve a amar". Eso mismo le repetí a Sebastian que no lograba dormir unas horas después de lo sucedido a la salida del bosque.
-Tengo mucho miedo.-Me dijo colocándose sobre mi pecho.
-Acá voy a quedarme para que nadie destruya nada, esa mina no puede la gran cosa. Es una simple evangélica con ganas de hacer emocionante su vida. Si piensa hacerla a través nuestro, va a sufrir de lo mismo que sufren todos ellos "vivir de la mirada ajena".- Respondí en su oído.
-Quiero que sepas que vos me hiciste conocer el amor pero a veces pienso que nuestro amor no es lo que está preparado Maipú para ver.- agregó él sentándose en la cama y abrazando sus piernas con sus brazos.
-¿Es esto lo correcto? ¿está bien sentir que todo es posible entre nosotros? Si lo único que hacemos es huir de todo aquello que se asemeja la norma.- Me dijo y yo sentí un gran vacío de como todo podría acabar esa misma noche.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora