*Narra Equim*
Siempre tuve ataques de histeria y de querer salir corriendo. Esa noche me sentía histérico y con ganas de correr un maratón.
Me encantaba Sebastian, me sorprendía con todas sus actitudes de caballero. Me preguntaba si era caballero solo para cojerme y ahí me detenía, no quería que el probara su homosexualidad conmigo aunque le había dicho que si en la tarde.
Pude verlo sin remera y sentir su pene erecto.
Tenía el cuerpo perfecto y marcado por el fútbol, su espalda era grande, llena de puntos negros por lo que había podido tocar.
Noté sus nervios cuando desprendió mi bermuda, supongo que él notó los míos desde que lo ví en Doncella.
Tenía miedo y tenía ganas. Caminamos besándonos hasta su cuarto por segunda vez. Cerró la puerta con seguro y se metió la llave en su boxer.
-No podés salir.- me dijo mientras llevaba mi manos por su abdomen con un poco de pelo.
Pasé mi mano por arriba de su boxer y lo miré a los ojos, solo la luz de la computadora nos alumbraba.
Sebastian transpiraba, como en la calle Italia y yo tenía las manos heladas.
-Veni- Me dijo mientras se sentaba en la cama.
-Quiero decirte que esto es muy importante para mí y quiero también sea especial para vos. Si no querés hoy, puedo entender, no creer porque tengo muchas ganas de hacerte el amor.- Sacó la llave de su boxer azul y la puso en mi mano.
Solo lo miré y me reí. Sebastian era el chico bueno de las películas que me gustaban.
Lo abracé por un rato, nos recostamos en su cama grande y puse su cabeza en mi pecho.
Eran las 4 am, era la habitación de él contemplando todas nuestras inseguridades de niños pasando a ser grandes.
Después de oler su cabeza y acariciar sus brazos, Sebastian se quedó dormido.
-Ay mierda.- me dije a mi mismo
-¿Qué hago ahora? Esta dormido y estoy en su casa. ¡Necesito ayuda! Pensé.
El rubio comenzó a roncar y yo a reirme. Quería saber qué hacer pero conseguía seguir acariciándolo y mirándolo dormir.
Mi celular había quedado en la casa de Sara.
No quería irme, pero si tenía miedo. ¿Qué diría su familia si me veían ahí?
Decían que la madre era una persona autoritaria, llena de dinero y vacía de amor.
Había hecho un hijo hermoso de todas maneras y estaba conmigo, durmiendo en mi pecho.
Había pasado un rato, yo no podía dormír, todo lo contrario a él que parecía no haber dormido en días. Intenté sacarlo de mi pecho lentamente para acomodarme de otra manera, buscar un libro quizá.
Lo apoyé en una almohada, el olía a un perfume intenso. Logré salir de la cama muy cuidadosamente, me levanté y abrí su placard.
Siempre lo hacía cuando estaba en un lugar que no conocía, revisaba los lugares, buscaba sentirme seguro.
Tenía mucha ropa, muchas gorras, juegos completos de play y sus ronquidos de fondo era la base para mí inspección.
Miré su escritorio donde estaba su computadora prendida, me senté en la silla con rueditas y abrí una carpeta que decía "personal".
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2:30 am (parte I)
Teen FictionSi hay una brisa que me dice que tenga esperanzas, no soy un chico que disfrute de lo que se parece a todo. He oído decir que cada uno escucha lo que quiere escuchar. ¿Por qué yo siempre escuché lo que me obligaron? Siempre hasta que un día la angus...