Un árbol añejo

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*Narra Sebastian*

Lo tomé por la cintura y lo apreté con mi cuerpo. Me acerqué con mi boca y le besé el cuello. Olía a algo que debía ser mío, detrás de todos mis escudos estaba Equim levantando una ceja o enojado esperando a que yo me decida a que lo nuestro no esté clandestino.
Ese también era mi sueño que se mezclaba con la sociedad y los gritos de la plaza.
¿Cómo un jugador de fútbol, el mejor de la provincia, iba a ser gay? Pensaba todas las noches y no podía contra mi guerra interna de su cola en mis manos o triunfar en primera tal vez.

-Tengo más miedo que vos. Quiero llegar lejos y veo lo nuestro nublado acá. ¿Y si nos vamos lejos? Empecemos en otro lugar más grande donde la multitud sea nadie y nosotros seamos nosotros.-
-Puedo trabajar de lo que sea y comprarte cosas caras y verte reír cuando salga el sol, ¿que te parece?- Le dije entusiasmado.
Sacó mis manos de abajo de su remera y me miró asustado.
-Somos dos pibitos Sebastian, vamos al colegio, vivimos de nuestros padres, no conozco nada sobre vivir por mi cuenta.- Me respondió enojado.
-Bueno ¿Entonces? ¿Que puede funcionar si solo intentas alejarme? ¿Que hago para fusionar mi vida con vos?- Grité.
-No me grites y con tu vida podés hacer lo que quieras, siempre fue así y va a serlo ¿qué pensas? Pasaron algunos meses y estamos ocultos, escapando de no sé qué ni porqué por miedo, por tus miedos, por tu vida.-
-Por favor no pongas tu cara de angel porque sé que tus intenciones son cojerme en este auto y después irte y lastimarme.- Me dijo.
Lo miré y comencé a caminar por el lugar que alumbraba las luces de mi auto y un poco la luna.

-¡No me dejes solo que me da miedo!- Exclamó Equim y sobre la misma volví corriendo a buscarlo, lo tomé con mis brazos y corrí con él que cerró los ojos y sonrió apoyándose en mi hombro.

-¿Cuál es esa cara de angel que pongo que no podés resistirte?- Pregunté.
-Justo la de un nene al que lo están retando porque se mandó una cagada.- Respondió y me besó con mucha pasión.

Quedamos sentados en el tronco de un árbol añejo y nada podía ser mejor.

Intenté no dejarme llevar porque significaba quitarle la ropa y después la mía.
Esa noche volvió a ser como un sueño cumplido. Amaneció y lo dejé en su casa con una angustia porque se vaya y otra por la vida que quería con él y la que me tocaba por mi condición en este pueblo.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora