Ese paisaje abstracto.

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*Narra Sebastian*

Subió a mí cuatri y lo lleve a recorrer mi lugar más preciado de Maipú. Lo conocía de memoria.
Equim se parecía a ese paisaje abstracto, tenía la amplitud en su mirada verde como el césped donde le quería hacer el amor.
Me encantaría que alguna vez vean como habla, como mueve sus manos cuando lo hace y sus ojos... ay sus ojos parecen ocultarte todo y decirte que necesita amor. Pero cuando habla sus palabras salen frias, con dolor y miedo. Me cuesta mucho creer en sus palabras porque sus ojos me dicen otra cosa.
Yo no puedo saber si esto está bien o mal para mi carrera futbolística, pero me hace bien. Su olor, sus besos, el sonido de su voz, parece sacado de una cajita de cristal y puesto en mi vida para que lo cuide.
Yo... siempre cuidé de todos y Equim parece la joya más cara de la tierra. El no habla de él con alegría y yo quiero hacerlo alegre y que confíe en la montaña rusa que es la vida.

-Es hermoso este lugar.-Me dijo cuando llegamos al sitio donde me imaginé haciéndole el amor.
Hay una gran cantidad de focos que andan por mitad y árboles con mucha raíz donde nos podemos sentar. Nadie lo transita porque dicen que las brujas van a hacer sus encargos. Nada de eso vi, siempre vengo cuando necesito estar alejado del mundo de mentiras en el que vivo.
Lo traje acá porque Equim es real como mis deseos hacia él. Me siento frustrado que no crea que quiero verlo cada noche desde que lo ví en el bebero de su colegio.

-Me encantas.- Respondí tomándolo de las manos y besándolo.
-El lugar es mágico, nunca había venido. Ya me tengo que ir, en casa deben estar por cenar, no es que quiera cenar con ellos, es que es casi obligación.- Me dijo pasando su mano por mi cara.
-¿No te gusta comer con ellos? Quiero verte, ¿puede ser hoy? Podés escaparte por la ventana como hiciste para ir al boliche.- Pregunté un poco desconcertado por la falta de tiempo que teníamos.
-No sé Sebastian, son vacaciones pero tengo que dormir temprano, sino mañana no me levanto a almorzar y en mi casa me retan -Respondió y pasó su lengua sobre sus labios finos y secos.
Lo hacía todo el tiempo y se peinaba su cabello rojizo para un costado. Quería sacarme la remera y sacarle su pantalón.
Necesitaba tocarlo y que me toque sin ropa, cada beso era una erección que tenía. Me daba vergüenza porque a veces me pasaba cuando Equim me hablaba de moda o cantaba en inglés.
-Bueno, vamos que te llevo, esta vez te voy a dejar en la puerta de tu casa.-Le dije mientras lo llevaba a cococho y el besaba mi cuello.
-Para Sebastian, es tarde.- Me dijo con vergüenza y sacando mis manos de su cola cinco minutos después que bajo de mi espalda, lo apoyé contra el cuatri y comencé a besarlo como si el mundo terminará después de ese beso.
-Vamos- Me subí delante de él, me acomodé la ropa y encendí el cuatri.
-Es acá. Bueno allá a mitad de cuadra pero como verás, están todos afuera.- Dijo dándome el casco y yéndose hacia su casa.
-¡Ey! Espera. ¿Te puedo llamar cuando termines de cenar?- Pregunté ansioso y mirando su cola.
-Yo te escribo cuando termine de cenar y suba a mí habitación.-Me respondió alejado de mí y tirándome un beso con la mano.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora