Ojos marrones que pedían libertad.

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*Narra Equim*

-Voy a ir al baño, ahora vengo.-Le dije sacando mi mano antes que abriera la puerta del cuarto.
-Te acompaño.-Respondió prendiendo su pantalón color negro.
-Ya sé dónde es, me lo acabas de señalar.- Le dije nervioso y con ganas de ser mejor actor porno y sentirme vivo con su piel trigueña.
Entre al baño, era blanco y amplio. Mojé mi cara, me temblaban las piernas y mis manos estaban frías. Hacía calor afuera pero yo tenía frío. Pude verme por detrás en un espejo de cuerpo completo por el que estaba en el tocador de manos.
Miré un poco mi espalda y mi cola, bajé mi pantalón y mi boxer, saqué mi remera y sonreí. Mi cuerpo estaba contento al recordar los besos de Sebastian, pero yo no estaba listo para sentir su piel dentro mi piel.
Peiné mi cabello rojizo hacía un costado, cómo de costumbre y abrí un canasto lleno de jabones, antitranspirantes, shampoo y  algunas maquinitas de afeitar.
Solo usé el antitranspirante con olor a lavanda de una marca barata.
Levanté mi ropa y la acomodé en su lugar, ya no temblaba y habían pasado diez minutos que estaba encerrado en el baño.
Apagué la luz antes de abrir la puerta y ahí estaba él, esperándome, sentado en el piso.
-¿Estás bien?- Me dijo y de un salto se paró en frente mío.
-Si, ¿Tardé mucho?- Sonreí sin mirarlo a los ojos.
-La verdad si, ya me terminé la cerveza. ¿Querés comer algo?- Volvimos a la cocina y a Sebastian se le habían achinado un poco sus ojos marrones que pedían libertad.
Sacó unos sándwiches de milanesas y otra cerveza fría. Cuando estaba de espaldas a mí pasé mi labio de arriba por el de abajo, él realmente me gustaba mucho.
-¿Preferís comer acá, en mi cuarto o querés que vayamos a dar vueltas por ahí?- Me preguntó dándome un sándwich con milanesa, tomate y mayonesa.
-Quiero jugo, por favor.- Contesté sentándome en una silla, en la mesa pequeña y redonda, color beige de la cocina.
Sebastian se sentó a mi lado con la cerveza, el jugo y su sandwich.
-Se te va a caer todo, dame.- Le dije agarrando el jugo y la cerveza.
-¿Podés dejar de mirarme? Me da vergüenza.-Le dije mientras comíamos.
-La verdad no, no puedo. Hace una hora terminé mi sandwich y vos todavía no vas por mitad.- Se rió y miró su celular.
-Tomá-Me acerqué más él y le di un mordisco de mi sandwich.
Su boca era todo lo que estaba bien. Tomé un sorbo de su cerveza y lo miré como él me miraba a mí.
-Basta, me haces poner nervioso.- Me dijo tapándose la cara con algunos dedos.
-Vamos a tu cuarto, quiero conocerlo.- Le dije y me levanté.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora