El resto de la semana fueron miradas desde el comienzo del salón hasta el fondo.
Lucas era el chico malo de las películas que amaba Equim.
*narra Equim*
¿Cómo es que estoy mirándolo todo el tiempo? Todos se deben estar dando cuenta, todos menos él.
-Por suerte hoy nos vamos dos horas antes.- Dijo Rosario, mi compañera de banco.
-Podríamos ir al espacio verde a tomar algo.- Dijo Brenda que se sentaba detrás nuestro.
-Dicen que en ese espacio es donde las bandas de los rochos se juntan a cantar.- dije muy despectivo.
-¡Jajaaja!- pegó una carcajada Rosario.
-Hacen movimientos como así con las manos, son formas raras.- Medio bailaba con mis brazos y cabeza.
-En realidad son así.- El chico repitente al que no podía dejar de mirar, estaba acercándose a mi banco con su sonrisa malintencionada y su barba crecida por partes.
-¿Te gusta la cumbia?- me dijo.
-No sé tu nombre, pensé en devolverte la lapicera, pero por tu pilcha, lapiceras te sobran.- Lucas se sentó en la mesa de Rosario.
-Me llamo Equim, ella es Rosario y la de atrás es Brenda.- Me sentía realmente nervioso y mis cachetes parecían dos tomates.
Equim.... Tiene onda, es raro, deberías vestirte con ropa mas hippie, un arito te quedaría joya.- Lucas no dejaba de mirarme la boca.
-Vamos a fumar en la parte de atrás del patio en recreo.- Ximena apareció como un salvavidas y su compañero de banco no me sacó los ojos de encima.
-¡¡ ¡¡ ¡ring!!!!!
-Quiero comprar uno de esos juguitos que tomamos el otro día.-comenté mientras guardaba mis útiles bajo de la mesa.
Pensé en ir a pedirle la lapicera y en ese momento decirle a Ximena que íbamos a ir al espacio verde, pero ellos nunca volvieron después del receso.
-Odio este amontonamiento de gente que se hace, parecemos todas vacas desesperadas, todas apretadas.- Se quejaba Rosario en la salida.
Entre en el amontonamiento de gente la perdí. A veces, a Rosario, era mejor perderla un rato.
Cuando logré salir de la escuela, tomé mi celular para contactarlas y caminé yendo para el espacio, que estaba justo al otro lado de la calle, mientras miraba mi ropa y me imaginaba con un aro.
-¡Ahí estás!- pegué un salto tremendo después de putear a Brenda.
-¡chicas! Las estaba llamando, ¿Qué onda acá? Es bastante feo, ¿no?- dije mientras usaba mi campera de asiento para no ensuciarme.
La hora y media pasó muy rápida y yo nunca escuché de lo que las chicas hablaban, solo pensaba donde viviría él y que le gustaba hacer después de clases.
Todavía no eran las 19:00hs y Rosario insistió en que nos vayamos, tenía iglesia.
Rosario era esa clase de chica que toda su corta vida había sido lo que la ex madre alcohólica no había podido ser. Tenía el pelo rubio y mucho acné, era media gordita y tenía un cabello bien largo, soñado, bien de evangélica.
-Vamos. - dije mientras acomodaba mi cabello para atrás y estiraba mis rulos.
Empezamos a caminar con aquellas dos y en ese momento, escuché un grito de una voz ronca y gruesa.
ESTÁS LEYENDO
2:30 am (parte I)
Novela JuvenilSi hay una brisa que me dice que tenga esperanzas, no soy un chico que disfrute de lo que se parece a todo. He oído decir que cada uno escucha lo que quiere escuchar. ¿Por qué yo siempre escuché lo que me obligaron? Siempre hasta que un día la angus...