La pared humana

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*Narra Equim*

Lo miré profundamente. Tenía ojos de "quiero ser libre" y el tono de voz más seductor que había escuchado en mi vida.
-En realidad hasta que te vi acá no creí que eras vos el de los mensajes en Facebook.-respondí en su oído.
-Que rico perfume que tenés, se parece un poco a la profundidad de tus ojos.- Dijo Sebastian parándose y acomodando su camisa que estaba adentro de su pantalón.
Me fue imposible no prestar atención a su espalda que era muy ancha, cómo un mar donde tiempo después depositaría todas mis lágrimas.
-Gracias, es lindo el lugar, casi que no entro. Era más linda la vista cuando podía ver y no estaba con una pared humana en frente.- Me quejé queriendo saber todo sobre la vida de aquel rubio con color de piel trigueña que parecía muy entusiasmado en querer salir conmigo del lugar.
-Los chicos nos cuidan para que nadie nos moleste. Todos acá te estaban mirando y a mí, a vos por tu forma de caminar, a mí por hacer goles todos los domingos.- Me dijo y ya había conseguido hacer que mi sonrisa picaresca sea el principio de muchas noches que imaginé cuando Sebastian me escribió ese "hola".
-Yo no necesito que nadie me cuide, puedo caminar de la manera que decís que me miran y aguantar críticas. Parece que vos tenés miedo.-respondi terminando mi trago.
-¿Vos nunca sentís miedo? ¿Que sentís en este momento? Soy yo y estoy con vos y no tengo muchas ganas que arruinen esto también.- Preguntó en mi oído.
-Siento mucho placer de conocer gente nueva, ¡Me encanta hacer amigos!- Le respondí justo antes de ver entre la pared humana a Sara bailando sola en la pista con dos chicos casi encima de ella.
-Permiso, dejen me pasar por favor.- Grité a los muchachotes que nos cubrían.
-¿A dónde vas? ¿Dije algo malo?- Sebastian me agarró el brazo con desesperación.
-No me toques así.- saqué mi brazo bruscamente.
Todo me recordó a la fuerza que Lucas ejercía sobre mi cuerpo pequeño, recordé el césped, su olor a nicotina y que Sara no estaba conciente de lo que hacía.
-Me voy.- Respondí asustado y enojado.
-Para, perdón. Toma mi número si querés después escribime.- Me dijo y sonaba triste.

Me dió un papel, que guardé en mi bolsillo derecho. ¿Porque había escrito su número en un papel? ¿Tenía todo planeado? Me pregunté.
Mis pensamientos  eran preguntas que nos hacemos pero nos da miedo encontrar respuestas distintas a las expectativas.
Mi amiga no estaba en la pista, tampoco en los sitios para sentarse, la busqué por todo Doncella incluído los baños. Sentía una gran culpa, yo la había llevado hasta allí.
Pedí el préstamo amigo que dan las compañías de celulares, para poder localizarla. Quería irme, quería oler el perfume de Sebastian en mi almohada esa noche.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora