Oler rico, saber rico y verme rico.

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*narra Equim*

-Me parece que me manché el pantalón cuando salí por la ventana, me quiero matar.-Le dije a Sara.
-No, a ver, estás hermoso.-Respondió.
Elegí un pantalón blanco y una camisa bordo con puntos blancos también, zapatos marrones claros y para completarme una campera de cuero verde oscura. A todo eso agregué la mitad del frasco de perfume que me quedaba.
Después de ducharme me miré desnudo al espejo, me gustaba lo que veía, era un chico que había pasado por mucho sin querer pasarlo, solo dejándose llevar y con la educación de los libros de amor que había leído durante toda su vida.
Mis ojos, verdes oscuros brillaban, sentía que esa noche todo iba a medida, el "hola" de Sebastian y mi miedo por encontrarme a Lucas esa noche, otra vez las subidas y bajadas que me hacían vivir.
Sara parecía una muñeca de porcelana, tenía una piel asombrosa y un vestido que le iba a durar poco si no se cuidaba esa noche.
Siempre creí que Sara vivía en una casa donde no pertenecía, ella, como yo, se había criado entre los errores del pasado que no habían sabido resolver sus padres y se refugiaban en vicios. Mi caso era parecido, solo que con un padre que había encontrado un buen trabajo. Mamá compraba ropa cara que la hacía sentir importante. Papá compraba tecnología que lo hacía desconectarse de todo lo que no pudo ser.
Ahí estaba yo, en la superficialidad de una casa grande, llena de objetos que eran tendencia, solo necesitando que alguien entienda mis problemas de adolescente.
-Son las 2:00 am, debe estar lleno ya.- Sara estaba feliz y yo ansioso.
-¿Cómo será por dentro? Espero que no haya olor a pata.- Sara lanzó una carcajada.
Habíamos tomado poco alcohol, yo no sabía tomar, había probado de lo que papá tomaba. Me daba lo mismo.
No necesitaba algo en mi cabeza para volar a otros lugares para sentirme divertido, solo me conectaba con lo que quería ser cada noche.
Ese sábado por la noche quería que oler rico, saber rico y verme rico.
Llegamos, cómo Sara era alta, mucho más que yo compró las entradas.
-Hay policía boluda, era mentira que podíamos entrar gratis.- Dije mientras acomodada mi pelo hacia el costado.
-Dejame a mí.- Respondió Sara muy segura.
Me tomó de la mano y fuimos a la puerta, cuando llegamos me soltó y yo intenté pasar por detrás de ella.
-Che, vos nenito, necesito ver tu DNI.- El guardia había notado mi estatura y mi cara aniñada.
-No vuelvas, quedate acá.- Sara volvió y yo caminé rápido.
Después de cinco minutos escondido volví por mi amiga qué tal vez estaba presa, con esposas y me estaban esperando a mi por entrar a un lugar que no correspondía a mi edad.
De camino a salir, la vi a Sara en la oscuridad con las manos del seguridad en su cintura.
Había puesto su cuerpo para que nada interrumpiera mi noche. Esa era mi amiga, aunque no conocía esa parte, me reconfortaba.
Volví a entrar cerca de la pista. El lugar era grande, pero no había mucha gente, solo la necesaria y todos me miraban.
¿Mi ropa era muy llamativa? ¿Sabían que era yo? ¿Iban a llamar a mis padres? ¿Donde estaba Sebastian? Nada de lo que pensé me calmaba por lo que empecé a caminar como había practicado en casa; relajado, despacio, con el mentón siempre para arriba. Para dar una impresión de persona nueva pero importante.
-Ahi estás.- Escuché un susurro en mi oído incluso con todo el volumen de la música.

2:30 am (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora