El día transcurrió sin mayores novedades.
Sesshomaru se había marchado fuera de la muralla a atender su debida taréa y mientras tanto, Rin se había dedicado a terminar de transcribir los sellos que llevaría a Kagome.Finalmente, el ocaso estaba cerca, así que la joven decidió darse un buen baño de agua caliente, se puso un hermoso kimono rosa de flores anaranjadas y esperó el regreso de su protector.
Mientras aguardaba, pensó que sería buen momento para alistar el presente que tenía para su amado:
Rin le había mandado hacer a Totosai hacía ya algunas semanas, una espada que pensaba obsequiar a Sesshomaru en esa fecha tan importante.Si bien no se trataba de más que una espada común y sin algún poder especial, la joven deseaba que le fuera útil en algún momento a su amado protector.
Sacó aquella arma de su armario privado en el cuarto de baño, la llevo a la habitación y la sacó de su vaina para pulirla.
Rin no podía dejar de pensar en el magnífico trabajo que Totosai había hecho con esa espada; era grande y pesada, firme y sumamente fuerte, pero a la vez, increíblemente hermosa: la hoja era delgada y muy afilada, estaba pulida al punto de parecer un espejo, la empuñadura tenía base de marfil de color azul y destellos plateados y por si fuera poco, el símbolo del sol y la luna que también se encontraba en las chimeneas del palacio, relucía en su centro. Una espada nada menos que majestuosa.
Una vez que terminó con su labor, la joven volvió a envainar el arma y la ocultó a un lado de la chimenea; justamente se había asegurado de que el presente no se vería revelado, cuando escuchó a Sesshomaru llamarla:-------Rin?
------Estoy aquí!-----Respondió la chica, corriendo hacia la puerta para encontrarse con el demonio.
------Aquí estás.-----Sonrió Sesshomaru mientras (sorpresivamente) alzaba a su compañera en el aire sosteniéndola de los costados, provocando la risa de la mujer.
------Me extrañaste??-----Sonrió Rin con amplitud.
-------Si.-----Correspondió Sesshomaru bajando a la joven para después besarla con suavidad.
-------Oye...------Decía la chica.-----Se que aún es temprano, pero no puedo esperar... Quiero darte algo.
El Yokai alzó el ceño con lo que parecía ser intriga y sorpresa y Rin, al ver esa expresión lo guió dentro de la habitación y frente a la chimenea. La chica sonrió al costado de la columna y sacó la pesada espada, poniéndola sobre sus manos y parándose frente a su compañero...
------No es...una espada demonio ni nada de eso... Pero... Es tuya.------Declaró la joven con inmensa dulzura en la voz mientras le extendía el artefacto a Sesshomaru, quien se sentía tremendamente sobrecogido.
El demonio no sabía qué decir o cómo reaccionar exactamente, solo sabía que la infinita consideración de Rin hacia el hacía que su corazón se sintiera como un huracán en su pecho...-------Rin...-----Hablaba el demonio sin poder decir algo más concreto.
------No digas nada. ------Pidió Rin con una sonrisa y poniendo la espada en manos del Yokai.------Espero que te sea útil.
Sesshomaru no supo cómo responder, más que correspondiendo el gesto sonriente de la joven, para después prestar atención al artefacto que ella le había entregado.
Admiro la vaina en la que estaba enfundada la espada, y después la sacó para estudiarla minusiosamente: contempló cada centímetro de ella y presto atención hasta el más mínimo detalle...finalmente, después de unos minutos, volvió a guardarla y miro a Rin con una sonrisa ladina...
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Aclisolar III: Luna de Sangre.
Fanfiction"La grandeza y trascendencia de un imperio, yace en el legado que contemplarán sus herederos".