Los siguientes días pasaron volando y sin mayores novedades. Lo único que Rin podría haber considerado trascendente fue el primer cumpleaños del pequeño Kimura, pero no más.
Cuando menos lo pensaron ya habían transcurrido otras dos semanas por lo cual la futura mamá estaba a solo una semana de completar su octavo mes poniéndola aún más anciosa.
A pesar de toda la emoción y alegría que crecía más y más a cada día por conocer a los pequeños cachorros, también una gran tensión y angustia iba en aumento, ya que faltaban únicamente dos semanas para la luna de sangre.Sesshomaru estaba histérico. Sentía que la presión lo haría salir por el techo, había demasiados cabos sueltos y todos le preocupaban demasiado: los mercenarios que habían llevado los aldeanos semanas atrás no habían vuelto. El demonio sabía que era más probable que lo hicieran antes de llegar la gran luna o un par de días después, ya que, por más fuertes y poderosos que fuesen, no sería sensato que un montón de humanos enfrentasen a algún Yokai o aún un medio Yokai en plena luna de sangre, sin embargo, Sesshomaru permanecía bastante intranquilo respecto a eso. Tenía la extraña sensación de que algo no estaba del todo bien y de que algo se le estaba escapando, pero por más que pensaba y pensaba menos respuestas obtenía.
Por otro lado, estaba el asunto del demonio que se suponía estaba muerto: Dokuhe. Aquel hombre que había desertado de su puesto en el este le había causado bastantes dolores de cabeza al protagonizar los preparativos del ritual maldito que ponía en riesgo directo a sus no nacidos descendientes. Sesshomaru había pasado más de un mes entero desde que se enteró de su muerte algún rastro de alguien que pudiese tener intenciones de continuar con sus planes. Pero tal parecía que Dokuhe solo se había aliado con ese trío de lobos que el mismo Sesshomaru había matado tiempo atrás, cuando casi le habían costado la vida a su compañera amada y a los hijos que ésta llevaba. Todo lo relacionado con aquel ritual pagano parecía haber acabado mucho antes de empezar. Al parecer el demonio no tenía qué preocuparse por eso, sin embargo lo hacía. Nuevamente, aquello le daba la agobiante sensación de no estar viendo algo. En su opinión algo no andaba bien.A pesar de que esos dos temas mantenían a Sessshomaru con el alma en un hilo, su constante preocupación y cuidados al estado de su amada pesaban mucho más, por lo que no tenía cabeza para prácticamente ninguna otra cosa.
Si bien Rin se encontraba perfectamente, al igual que los pequeños por nacer, cada día que pasaba y que era un día más cerca de la fecha de parto, era también un día más lejos de la comodidad y la independencia de Rin; aquellas últimas semanas habían estado llenas de dolores de espalda, muchas más comidas nocturnas, muchas más siestas, un sin fin de pataditas que ya no resultaban para nada simpáticas y por si fuese poco, las últimas dos semanas, la joven había empezado a experimentar contracciones bastante más frecuentemente. Si bien eran contracciones indoloras y solamente un tanto incómodas para la futura madre y ambas mikos aseguraban que eran perfectamente normales, todo eso era la maldita cereza del maldito pastel en que estaba hundido el demonio. Simplemente cada día parecía ser mucho más difícil que el anterior. Solo esperaba no perder la cabeza por completo.Por otro lado, estaba Rin.
Cualquiera diría que la joven se encontraba dichosa y ansiosa por la ya muy próxima llegada de sus tan esperados bebés, sin embargo, no era del todo cierto.
Si bien Rin estaba muy feliz y sumamente emocionada de conocer a sus pequeños, la aún más próxima luna de sangre la mantenía aún más ansiosa, pero para nada en el buen sentido.
Hasta esos momentos, la joven mujer había sobrellevado bien el tema de la luna de sangre, pero faltando a penas unos cuantos días para que esta llegara, Rin sentía que la tierra se encogía sobre ella.
Cada día que pasaba estaba mucho más ansiosa, preocupada y sumamente aterrada y cada día era más y más difícil no pensar en eso.
Intentaba mantenerse tranquila y no preocuparse, ya que sabía que eso podría complicar bastante las cosas con respecto a su estado, sin embargo, había llegado al punto en el que simplemente no podía evitar sentirse tan terrible.
El miedo la invadía por todas partes. Día y noche.
Los últimos días se había despertado a mitad de la noche gritando y llorando llamando desesperadamente a su adorado compañero. No importaba que tan tranquila logrará mantenerse durante el día, el miedo la aplastaba durante la noche.
La joven sabía perfectamente que ese creciente estado de ansiedad no era bueno en lo absoluto. Podía sentir dentro de su vientre a sus pequeños no natos tan angustiados como ella. Sabía que ellos sentían toda su desesperación y pavor y temía aún más por qué eso acabara por hacerles daño.
Solo esperaba que toda esa pesadilla terminara. Esperaba y deseaba con su corazón y alma que todo acabará pronto, que Sesshomaru volviera de aquella espantosa noche sano y salvo y así poder pasar las últimas semanas de su embarazo en paz. Eso era todo lo que quería.Aquella era una noche sumamente fría. Afuera la nieve no paraba de caer y el viento movía el frío de un lado a otro.
Sesshomaru yacía junto Rain en su lecho acunándola con su cuerpo y cubriéndola con su estola, proveyéndola de calor y comodidad. La mantenía abrazada y se mantenía tan cerca de ella como le resultaba posible, ya que de esa manera solía ser menos probable que sufriera pesadillas. Aquella noche pintaba para ser una noche tranquila ya que Sesshomaru podía notar que su amada dormía plácida y pacíficamente y teniendo una mano sobre su vientre podía sentir que los no natos también estaban muy tranquilos, sin embargo, pasados algunos minutos, la joven futura madre comenzó a removerse un poco, mientras de su boca salían pequeños quejidos...
-------No...------Decía la mujer entre sueños.------Sesshomaru..no... Por favor...
------Rin...-------Llamó con suavidad el Yokai mientras acariciaba la mejilla de su compañera intentando así, calmarla.------Tranquilízate. Aquí estoy. ------El demonio pegó un poco más el cuerpo de la mujer hacia sí y besó su frente.
------Mi vida...------Suspiró la joven aún dormida y acto seguido volvió a calmarse...al menos por otro rato.
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Aclisolar III: Luna de Sangre.
Fanfiction"La grandeza y trascendencia de un imperio, yace en el legado que contemplarán sus herederos".