Abrí los ojos con un poco de dificultad, despacio, acostumbrándome a la luz. Estaba en un lugar que no reconocía. Ni siquiera recordaba lo que ocurrió. Moví mí cabeza a la izquierda y pude ver a una enfermera revisando el suero. Al verme sonrió y susurro que iría a llamar al doctor. Me limité a hacer un sonido de afirmación, me dolía un poco la cabeza y seguía confundida. El doctor entro al poco tiempo. Un señor de edad avanzada, con pelo blanco y algunas arrugas.
—Buenos días, señorita Manson— sonrió acercándose —¿Cómo se siente?
—Bien, aunque me duele la cabeza— respondí en un susurro, mí garganta estaba seca.
—Puede ser por los efectos del golpe al caerse, le pondremos un medicamento para que se solucione— dijo mirando mí historial médico pero al levantar la vista me vio con la cara confundida —¿No recuerda nada?— negué insegura, él sonrió apenado y hablo —Tuvo un ataque de ansiedad, es normal al estar cerca de sus fobias.
Y todo me cayó encima como un balde de agua fría. Los recuerdos de ese momento me producían escalofríos. Sentí que me faltaba el aire y me costaba respirar.
—Señorita tranquilicese— el médico me miraba preocupado —Enfermera, coloque un calmante a la paciente.
La enfermera, que ni siquiera había notado que estaba, me coloco una inyección en el brazo. Seguía respirando con irregularidad, me colocaron un respirador y cai profundamente dormida.
[...]
Desperté un poco cansada. No había nadie en la habitación de hospital. Recordé vagamente la conversación con el médico. Trate de controlar mis impulsos. No quería ser dormida otra vez. Intenté reprimir los recuerdos y concentrarme en mis amigos. ¿Dónde estarían?
Y como si los hubiera llamado telepáticamente entraron separándose por la camilla. Algunos traían globos con helio, peluches, flores y demás cosas en bolsas de regalo. Me sonrieron al notarme despierta y le devolví el gesto.
—Ayli despertaste— Abel corrió a abrazarme. Quejándome un poco me logré sentar en la cama.
—Me duele todo— le dije, aún sentía seca la garganta —¿Me pueden dar agua?
Cedrick salió corriendo y al poco tiempo llego con un vaso de agua. Le agradecí y lo bebí completamente.
—¿Cómo te sientes, hermosa?— Félix se sentó a mí lado derecho en la camilla mientras acariciaba mí mejilla.
—Cansada— hice una mueca —¿Cuando podré volver a casa?
—El doctor dijo que posiblemente mañana te darían el alta, aunque quería que vieras un psicólogo— respondió con calma. Me limité a asentir.
—¿Alec cómo está?— pregunté buscándolo en la multitud. Él camino hasta la camilla y se sentó del lado izquierdo —¿Cómo estás?— toque su rostro preocupada.
—Estoy bien— respondió triste.
—Mientes— lo mire sería —¿Qué te ocurre?
—¿Por qué lo hiciste?— pregunto triste, lo mire confundida —¿Por qué elegiste salvarme a mí y no te protegiste?
—No quería que te lastimaran— respondí con sinceridad.
—Pudiste salvarte y luego intentar ayudarme. Por mí culpa estás aquí.
Lo mire con ternura. Se sentía culpable por esto y eso no estaba bien.
—No lo pensé en ese momento, por mí mente solo paso ayudarte— su rostro estaba triste —No es tu culpa nada de esto, yo haría lo mismo por todos ustedes.
—Nosotros no queremos que nos salves, con que estés fuera de peligro nos alcanza— hablo esta vez Bastian.
—No puedo solo hacer la vista gorda, son mis mejores amigos. Debo cuidarlos.
—Cuidanos pero cuídate tú también— hablo Frederic y asentí con la cabeza.
—Cambiando de tema, ¿Cómo es que los dejaron entrar a todos aquí?— ellos sonrieron como el gato de Alicia.
—Pues, la enfermera dijo que podíamos entrar de a dos, nunca específico a que se refería— hablo Kyle —Así que entramos de a dos grupos. Los de tu izquierda son el grupo de Cristopher y los de la derecha el de Félix.
Ahora que los observaba bien, estaban separados por la camilla. Chris, Alec, Bastian, Cedrick, Kyle y Patrick (que recién noto su presencia, me parecía raro, no recordaba haberlo visto en la casa) por el otro lado estaban Félix, Frederic, Abel, Jace, Nathan y Tony.
Yo creo que si estos chicos le pusieran a las clases el mismo esmero que le ponen a sus bromas y soluciones a cosas como estas, ya estarían graduados y siendo profesionales.
Me reí —Que inteligentes.
—Fue idea de Tony— hablo Patrick al fin.
—¿Qué haces aquí?— pregunté poniendo tenso el ambiente —Pensé que estarías con tus amigos.
—Ustedes también son mis amigos— respondió incómodo —Lamento haber llegado tarde, me di cuenta de lo que pasó pero ya no había solución. De verdad lo lamento.
—No es tu culpa, Pat— le sonreí relajando mis facciones.
—Si lo es, yo debo cuidarte y no lo hice.
Iba a responderle pero en ese momento entraron los que menos quería ver. Se encontraban con la cara triste. Eso me dolió pero no dije nada.
—¿Qué hacen aquí?— rompí el silencio.
Logan apareció y camino hacia mí, al verlo no pude impedir que los recuerdos volvieran. Estaba teniendo otro ataque de ansiedad.
—¡No!— grite llorando. Junte mis piernas y las abrace —¡No te acerques!— respirar se me hacía algo complicado.
—Mad yo...— mis gritos desesperados lo interrumpieron.
—¡Aléjate! ¡Aléjate! ¡No me toques!— el bajo la cabeza y quedó estático en su lugar.
Félix se acercó más a mí y me abrazó. Decía que me calmara pero su voz me sonaba distante.
—¡VAYANSE DE AQUÍ! ¡NO QUIERO VERLOS CERCA DE MÍ MUJER!— esa voz era la de Christopher, por su expresión sabía que había gritado produciendo miedo en los demás pero para mí solo era un susurro.
—Ayli cálmate— Félix seguía en su tarea de tranquilizarme y Alec se le unió.
—¡LARGO!— oí la voz de mí prometido otra vez.
Los Zetas se fueron al ver mí estado. Sin embargo yo no podía detener el ataque. No tenía fuerza de voluntad.
Sentía los susurros de Christopher pero no lograba distinguir lo que me decía. Los chicos hablaban y me miraban preocupados. Sabía que esas palabras iban dirigidas a mí pero no las entendía. Todo daba vueltas. Pude distinguir a la misma enfermera de hace rato. Sentí un pinchazo en mí brazo derecho y todo se volvió borroso y oscuro.
ESTÁS LEYENDO
Nadie Se Mete Conmigo #2
Novela JuvenilDespués de un año de no saber nada de Stanford y de los chicos que habitan ahí, mi vida cambió completamente. Ya no más niña tonta. Ya no más nerd débil. Ya no más juguete de nadie. Ahora cambié, y con mis nuevos amigos nos convertimos en los reyes...