Desperté al sentir un suave tacto en mí rostro. Abrí los ojos acostumbrándome a la luz. Kylan estaba sentado a un lado mío y con su dedo índice me tocaba intentando despertarme. Bueno, al menos ya no me golpea con su palma. Es un buen progreso y menos doloroso.
Mire a mí izquierda y Christopher seguía durmiendo. Me senté apoyandome en el espaldar y mire a mí hijo.
—Ven— abrí mis brazos. Kylan sonrió y gateo hasta subirse en mis piernas y apoyar su cabecita en mí pecho.
Kylan era un bebé un tanto extraño. Cuando se levantaba no lloraba, se quedaba despierto mirando a la nada y jugando con sus juguetes o con Lechuguita. Ya no le tenía miedo y agradecía que la tortuga no mordiera. Cuando se aburría intentaba despertarme, no gritando y eso era muy agradable para mí.
—¿Por qué siempre levantas a mamá?— le pregunté mientras acariciaba su cabello —Papá se ve muy tentador para despertar.
Kylan como si me hubiera entendido empezó a reír. Imite su acción y con mucho esfuerzo me levanté de la cama. Este pequeño ya había crecido demasiado y se volvía cada vez más pesado.
Le di un baño a mí hijo, lo abrigue bien y lo deje en la cama con sus juguetes mientras yo también tomé una ducha. Kylan ya estaba acostumbrado a esperarme así que se mantenía quieto donde lo dejaba. Hice mí rutina diaria, me vestí con un pantalón de jean azul, una blusa blanca y un abrigo del mismo color. Me puse unas zapatillas a juego con el abrigo y ate mí cabello en una coleta. Aplique muy poco maquillaje, un poco de perfume y algunos accesorios. Tomé una pequeña mochila y puse mí celular, dinero, pañales y otro abrigo para mí hijo por si refrescaba.
—Pam— señaló en su dirección.
—Tu padre es un hombre vago— dije mientras lo cargaba —Aunque esté muy tentada en levantarlo, sera mejor dejarlo descansar— Kylan apoyo su cabecita en mí hombro.
Salí de la habitación y bajé las escaleras. Solo esperaba que hoy no fuera tan incómodo como ayer a la noche.
—Buenos días— dije entrando al comedor. La mayoría se encontraba desayunando.
—Buenos días— respondieron.
—Siéntate querida, pediré que te traigan el desayuno— hablo la señora Tania.
—Gracias— le respondí. Camine hacia el lugar que ocupe ayer. Dejé mí mochila a un costado y me senté con mí hijo en mis piernas —¿Qué quieres comer?— Kylan señaló un plato dónde había galletas con chispas de chocolate —Buena elección.
Le alcance una y contento empezó a babearla. Aún no le crecían los dientes aunque parecía que en poco tiempo saldrían ya que se le notaba dos pelotitas blancas cuando sonreía.
—Buenos días— entro Nathan medio dormido.
—Buenos días— respondimos. Camino hasta mí lugar y le dejó un beso en la frente a mí pequeño.
—¿Como amaneció el bebé más lindo del mundo?— lo llenaba de besos haciendo que riera —El tío Nat te extraño demasiado.
—Babababa— decía feliz.
—Ya me lave la cara, no tengo baba— reí ante lo que dijo. Le dio un último beso y se fue a sentar.
—Buenos días— hablo Patrick luego de bostezar, saludamos como de costumbre y también se acercó a mí —Hola tarada— beso mí frente —Hola pulga.
—¡Ba!— grito mí hijo estirandole su galleta toda mojada.
—Te está convidando— dije divertida.
—Muchas gracias pequeño— hizo el intento de agarrarla pero Kylan fue más rápido y la volvió a meter en la boca, luego rió —Agh, eres malo, igual que tu madre— reí por lo que decía mientras se iba a sentar.
—Sabes que no le gusta que le digas pulga— lo reprendi y escuché que bufaba.
Una chica me trajo una taza con café. Le agradecí y comencé a beber.
—¡Umm!— Kylan llamó la atención de todos señalando otra galleta.
—Aún tienes la tuya— le dije con calma.
—¡Umm!— volvió a hacer lo mismo mientras abría y cerraba su pequeño puño.
—Bien— hice el intento de sacar una galleta pero Abel fue más rápido y estiró el plato hacia él.
—Mam— me miró con lágrimas en los ojos y lo señaló.
—Abel deja de pelear— Félix entro al comedor y le arrebató el plato —Buenos días.
—Pero si él ya tiene— se quejó como un niño pequeño.
—Kylan tendrá todas las que quiera— dijo caminando para sentarse a mí lado —Ten pequeño— le puso el plato en frente y beso su cabecita.
—¡Fe!— sonrió como hace rato mirando a mí mejor amigo. Todos quedamos callados ante eso.
—¿D-dijo "Fe"?— pregunto atonico —¡Casi le sale decir mí nombre!— exclamó con alegría.
—Félix si mí hijo dice primero tu nombre antes que el mío juro que te mato— lo amenace, me miró asustado y levantó sus brazos en forma de rendición.
—Yo no tengo la culpa de que él me quiera— sonrió arrogante —Además, si dice primero mí nombre sabremos que soy su tío preferido.
Lo mire mal. Esto sólo sería para que todos empiecen a pelear.
—¡Ey! ¡Yo soy su tío preferido!— grito Tony desde su lugar —Kylan di Tony, To - ny.
Mí hijo ladeó la cabeza y lo miró confundido.
—No Kylan, di Abel— salto mí otro amigo —A - bel.
—Tu nombre es complicado para él— se quejó —Di Fre - de - ric.
Bueno, esto es el colmo. Se queja de Abel pero su nombre es el doble de largo y difícil.
—Mejor que aprenda su nombre— opinó Kyle, al fin alguien que razona —Al intentarlo le saldrá primero mí nombre porque son casi iguales— quise golpearlo —Ky - le.
—Primero aprenderá a decir papá, luego mamá— hablo otro —Y luego dirá Alec porque me adora.
Lo mire mal.
—Su padrino debería tener el privilegio de ser el primer nombrado— se metió Patrick. Gire mí cabeza a verlo y me encontré con la mirada de todos los Zetas. Dylan me miró un segundo y corrió la vista.
Todos los Omegas empezaron a pelear por quién debería ser nombrado primero.
—¡Umm!— grito Kylan llamando la atención de todos —¡Umm!— señalo una galleta distinta a las que tenía. Eran unos especie de aritos de colores, ahora entendía porque llamaban su atención.
Jack tenía ese plato en frente. Me miró un segundo y se paró. Lo tomo en sus manos y camino rodeando la mesa hasta donde nosotros estábamos.
—Aquí tienes— dijo estirando el plato para que mí hijo sacará galletas. Kylan lo miro un momento y se giró a su plato. Lo miramos confundidos. Saco una galleta nueva con chispas y le extendió a Jack —¿Un intercambio? Me gusta— sonrió, abrió la palma de su mano libre para que mí hijo la dejara ahí, y así lo hizo. Luego con sus dos manitas intento sacar varias galletas pero se le cayeron —Te dejaré el plato— lo coloque frente de él.
—¡Ababababa!— lo miro feliz.
—Gracias— dije traduciendo las acciones de mí hijo.
—De nada, pequeño— revolvió su cabello y se fue a sentar llevándose la galleta que le dió a la boca.
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Nadie Se Mete Conmigo #2
Novela JuvenilDespués de un año de no saber nada de Stanford y de los chicos que habitan ahí, mi vida cambió completamente. Ya no más niña tonta. Ya no más nerd débil. Ya no más juguete de nadie. Ahora cambié, y con mis nuevos amigos nos convertimos en los reyes...