Los chicos Zeta se me quedaron mirando por mucho tiempo. Más de lo necesario para procesar mi identidad. Empezaba a inquietarme.
Sigues siendo una exagerada.
Puede ser.
—Ma... Madison— logró articular Logan después de un tiempo que se me hizo eterno. Sus ojos me miraban con intensidad, esos malditos ojos que tanto me hicieron soñar.
—Logan— lo mire con frialdad.
—¿E-eres... Eres Aylen?— me pregunto Jack.
¡Ay querido! Parece como si un balde de agua les hubiera caído encima. O peor, como si estuvieran viendo un fantasma.
—¿Tu que crees?— rodé los ojos.
—Esto no puede ser posible— Dylan se levantó de su lugar. Ahora que lo veo más de cerca me doy cuenta de lo cambiado que esta.
Su cabello negro creció un poco, aunque sigue teniendo su expansor, me gusta como le queda. Lo hace ver cómo un chico malo.
—Claro que lo es— intervino Allen con cierto tono de arrogancia —Pensé que lo sabían, hasta un estúpido se daría cuenta quien es la señorita Aylen.
—Cabe decir que solo tú me descubriste— lo mire divertida. Todos se quedaron mudos ante mi respuesta. Incluso pude ver por el rabillo del ojo a Cooper bajar la cabeza. Si, así lo llamaría. Él no era mi hermano, después de todo el daño que me hizo.
Y si, soy una maldita rencorosa, pero no me importa.
—¿Que haces aquí?— pregunto Patrick con seriedad.
Obviamente no se refería a que hacía en Stanford. Sino a que estaba haciendo aquí y ahora, en esta cafetería frente a sus amigos. Pero debía disimular si no quería ser descubierto.
—Eso no te interesa— sonreí falsamente, odiaba tratarlo mal —En realidad, a ninguno de ustedes.
—Ella vino porque yo se lo pedí— siguió el plan Allen —Ya que les interesaba tanto saber quien era mi amiga decidí presentarla— intercambiamos miradas divertidas —Chicos ella es Aylen Manson de Omega Zeta Phi.
Esas palabras siempre me llenaban de orgullo. Amaba ser una Omega. Amaba estar con mis amigos y por fin sentirme feliz, no completa. Aunque quería no podía sentirme de esa manera, no se porque.
—Esto debe ser una broma— Logan también se levantó de su asiento —Tu no puedes ser la Aylen de la que escuche.
Okey. ¿Me esta tratando de impostora?
—Lo que tu pienses no me importa en lo más mínimo— le dirigí una mirada de desprecio —No me molestaré en prestarte atención, no eres nadie.
Esas palabras parecieron ser las indicadas para hacerlo callar. Ví en sus ojos tristeza y sentí una puntada en el pecho.
No corazón. Esto no te debería estar pasando.
—Tu no eres como todos dicen— Dylan camino hasta estar frente mío —Madison...
Lo interrumpí —Aylen. Para ti y para todos soy Aylen.
—Tu odias tu segundo nombre— todos los chicos lo miraron raro. Cierto, ellos no sabían mi nombre completo. Para que vean lo buenos amigos que fueron.
—Esa claramente es información equivocada, Cooper— sonreí burlona —No me conoces lo suficiente al parecer, pero que puedo esperar de un traidor como tú.
¿Escucharon eso? Fue el corazón del chico parado frente a mi romperse. Lo había logrado, logré hacerlo sentir mal. ¿Como lo sé? Una angustia tremenda inundó mi cuerpo.
Quería pedirle disculpas por tratarlo mal. Pero no podía. Simplemente no podía. Decidí cambiar, y volverme un monstruo que no se arrepentía de sus malas acciones. Y debía seguir así, aunque me destruyera a mi misma.
—No te permito que le hables así— pronuncio con notable rabia mientras se levantaba de su lugar.
—¿Tu no me permites a mi? ¿Es en serio? ¿Tan importante te crees?— largue una carcajada —Matthew Conners, tu no eres nadie para decirme que me permites hacer y que no. Te recuerdo que ni siquiera somos amigos, no significas nada en mi vida al igual que todos aquí.
Este solo bajo la cabeza. Ya tenía tres golpes en mi pecho.
—¿Como es posible que alguien tan buena se haya convertido en esto?— me miro con asco Andrew.
Se notaba que estaba dolido, demasiado ya que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Y admito que me dolió su pregunta.
—¿Quieres saber cómo es posible?— pero yo iba a hacerles doler el doble —Es posible por estar cerca de personas tan mierdas como ustedes, por intentar ser aceptada por unos idiotas que sólo se burlan de una amistad sincera. Por preferir su fama a su propia familia, novia y amiga. Claro que es posible transformarse en un monstruo, yo soy uno. Un monstruo que ustedes crearon.
Cada palabra que salia de mi boca iba dirigida con odio. Y parecía tirar pequeñas dagas a los doce chicos. Puedo decir que Allen se mantenía serio pero atento a nuestra conversación.
Tenía tremendas ganas de llorar pero no les daría con el gusto. Tenía que tener un poco de dignidad e irme con la cabeza en alto.
—Johnson— lo llamé —Como siempre, es un gusto verte, pero tengo asuntos pendientes que arreglar— mentí —Te estaré viendo luego.
—Por supuesto, Manson— sonrió amable.
Sin siquiera despedirme de ellos que tenían su mirada fija en mi, me di la vuelta. No sin antes darles una última mirada de desprecio. Salí caminando a paso firme. Aguante las lágrimas hasta que llegue a mi auto.
No podía, esta situación me sobrepasaba. Golpeé el volante con mucha fuerza. Y luego apoye mi cabeza sobre este. Me dolía el alma. No tenía fuerzas para seguir fingiendo que era fuerte cuando en realidad quería correr y abrazar a esos idiotas.
Ellos me lastimaron, pero aunque tuviera los mejores amigos del mundo, solo hallaría consuelo en los brazos de esos malditos.
Hice lo que decía hacer, así estaba planeado.
Y este era mi plan, mostrarme como Madison. Y que ellos pensaran que me conocían. Que me vieran como la niña indefensa de hace dos años. Hacerlos sentir mal para confundirlos y lastimarlos en el proceso. Para que se dieran cuenta que mi apariencia es la misma pero mi personalidad no.
No había nada que me consolara. Solo pensar en la cara de sufrimiento de la persona que fue mi favorita en su momento, las lágrimas de mi ex mejor amigo. La tristeza reflejada en esos ojos que tanto amé. Era un maldito martirio.
Pero debía superarlo, secar mis lágrimas y sonreír. Y así lo hice, no fue la mejor sonrisa pero serviría. Conduje hasta la fraternidad donde justo estaban los chicos saliendo seguramente a buscarme. Y el auto de Tony y Frederic llegaban.
Mierda. De seguro ya saben mi engaño.
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Nadie Se Mete Conmigo #2
Teen FictionDespués de un año de no saber nada de Stanford y de los chicos que habitan ahí, mi vida cambió completamente. Ya no más niña tonta. Ya no más nerd débil. Ya no más juguete de nadie. Ahora cambié, y con mis nuevos amigos nos convertimos en los reyes...