—¿Segura que estás bien, Ayli?— Félix tomo mí mano.
—Nunca estuve mejor— mentí de la mejor manera posible y abrí la puerta.
Todos los chicos estaban ahí. Me observaron por varios minutos, estaba segura que notaron mis ojos rojos e hinchados. Si, había llorado. Pero no frente James, llore cuando estaba en el auto a solas con Félix, me desahogue y él, como mí mejor amigo, me prestó su hombro para llorar.
—¡Aba!— gire mí cabeza para mirar los brazos de Christopher, Kylan se encontraba ahí, inocente, indiferente a toda la situación, queriendo solo una cosa, ser cargado en los brazos por su madre.
Hice un intento de sonrisa. Mí bebé dormía tan poco y su sueño era ligero. No me sorprendía que estuviera despierto después de tantas horas. Lo tome en mis brazos y lo pegue a mí cuerpo. Él extendió sus manitas y rodeo mí cuello. Kylan me hacía bien. Siempre fue así. Cerré los ojos disfrutando de su cercanía. Me sentía fuerte a su lado, sabía que yo debía protegerlo de todo.
—Mamá está cansada, cariño— él puso una carita triste —Mañana jugaremos juntos y prepararé tu maleta para tu viaje— le di un beso en su frente, sentí la mirada confundida de todos —Despidete de los tíos.
Kylan movió su manito hacia los chicos Omega. Ellos repetían el gesto e incluso se acercaban a darle un beso. Yo estaba dándole la espalda a los Zetas. No quería mirarlos. Patrick que se encontraba al lado de Nathan se acercó con total confianza. Fue al único del grupo de los idiotas que deje que lo hiciera.
—Bien, vámonos, mañana será un largo día— empecé a caminar hasta las escaleras pero una voz me detuvo.
—Mad yo... me dejarías despedirme de mí sobrino— me di la vuelta para mirar a Dylan.
De paso aproveche para darle una rápida mirada a todos los estúpidos que me miraban atentos. Mí rostro no tenía expresión alguna. Recordaba las palabras de James y un odio profundo me recorría el cuerpo tal como lo hacía mí sangre. Los odiaba.
—¡Aba!— Kylan me saco de mis pensamientos estirando sus manitos hacia Dylan, esté sonrió con ese acto.
—No— me miró confundido —No permito que te acerques.
Todos abrieron los ojos sorprendidos. Incluso Christopher no lo espero.
—Pero... pero... ¿Por qué?— pregunto desconcertado.
—Porque no dejaré que ningún extraño se acerque a mí hijo— la sorpresa de todos se hizo presente —Bowers me hizo darme cuenta de algo. Me contó la "verdad"— algunos sonreían —¿Y saben que pasó? Me di cuenta que solo son unos idiotas que prefieren la popularidad. Creo que habría preferido seguir creyendo una mentira, duele menos que enterarme eso. No los quiero ni ver.
Los vi bajar la cabeza. Ellos se lo merecían. Sus actitudes estuvieron mal. Y yo no iba a perdonarlos.
—Entiendo que no nos perdones— hablo cabizbajo —Pero no me alejes de mí sobrino, por favor.
¡Ja!
—No eres una buena influencia para él— dije fríamente —Y deja de decirle sobrino. Tu no eres su tío, no eres nada mío y menos serás de él.
—Soy tu mellizo, maldita sea, tu hermano— empezó a llorar —No me hagas esto.
—Tu ya no eres nada— me dolían mis propias palabras y el sufrimiento de Dylan, pero ya no había marcha atrás.
—¿Aba?— pregunto confundido ladeando la cabeza, me daba ternura cuando hacía eso.
—¿Qué quieres, mí vida?— mí expresión cambio al verlo, mí tono de voz ya no era serio y duro, era más bien relajado y amable.
—Bababababa— decía mientras señalaba a Dylan. Para tener solo meses entendía muy bien.
Pude ver por el rabillo de mí ojo como una triste sonrisa se formaba en el rostro de Cooper.
—Nunca te he negado nada, cariño— acaricie su pequeña mejilla —Lamento no darte esto— moví mí cabeza negando —Siempre te daré todo lo que quieras pero no me pidas eso.
La sonrisa de Dylan desapareció. Mientras que mí hijo puso su carita triste y colocó su cabecita en mí pecho. Lo siento, cariño. No quiero que sufras. Mí cercanía con ellos solo causará problemas en mí bienestar y sé que tu te pondrás mal por mí. Por eso tomé la decisión de mandarte con tu abuelo solo este mes. La navidad se acerca, y volverás. Para entonces yo ya estaré lista para ser un buen ejemplo para ti. Bese su frente aguantando las lágrimas.
Me di la vuelta y subí tres escalones. Me pare y hablé sin darme la vuelta.
—Christoper.
—¿Si, cariño?— respondió al instante.
—Me iré a dormir, no me molesten— seguía sin darme vueltas —Y, cariño... no quiero a ningún desconocido en la casa.
Sabía que eso les había dolido a los idiotas.
—Me encargaré de todo— lo escuché responder —Descansa.
—Tu igual— fue lo último que dije.
Sin embargo había mentido. Esa noche no pude dormir. Me la pasé dando vueltas y observando la cuna de mí hijo. Había llorando un momento antes de dormirse pero ahora estaba calmado. Su lenta respiración me garantizaba que estaba teniendo paz por primera vez desde que vino aquí. Debo aprender a controlar las cosas, solo por él. Alimente a Lechuguita que al parecer tampoco podía dormir. La acaricie un buen rato mientras miraba por la ventana. La noche era fría. Ya teníamos el invierno encima. Ésta sería la primera Navidad que pasaría con mí hijo. Estaríamos juntos. Con su padre. Su abuelo. Sus tíos Megan y Thomas. Su padrino. Su madrina. Sus otros abuelos. La madre que yo concideraba como mía y todos sus tíos que lo adoraban. Sería una navidad casi perfecta. Mí verdadera madre no estaría, y Dylan tampoco.
Agradecía el hecho de no ir a clases mañana. Ya había perdido varios días de clases. Y mañana sería el último. Debía terminar la carrera y garantizarle una buena vida a mí pequeño.
Solo aguanta un poco más. El año terminará en unos meses y serás libre y feliz.
Eso era lo que más quería y me obligaba a repetirme todo el tiempo.
Solo unos meses más.
Solo debo ser fuerte.
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Nadie Se Mete Conmigo #2
Novela JuvenilDespués de un año de no saber nada de Stanford y de los chicos que habitan ahí, mi vida cambió completamente. Ya no más niña tonta. Ya no más nerd débil. Ya no más juguete de nadie. Ahora cambié, y con mis nuevos amigos nos convertimos en los reyes...