Capítulo 1: Novio en funciones.

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Incluso si me quedaba alguna duda de qué era lo que todo mi círculo de amigos y conocidos estaba intentando hacer, apenas un par de horas antes de que el Big Ben marcara el comienzo de un nuevo año me habría quedado bastante claro, cuando mi repelente hermana pequeña se asomara a la puerta de mi habitación, donde yo asistía al festival de fotos que Tommy y Scott estaban enviando de los platos que se habían pasado la tarde preparando, y pronunciara mi nombre con voz melosa:

-Al...

-No-sentencié, con una mano tras la cabeza y el pulgar de la otra toqueteando la pantalla, preguntándome por qué Tommy no se había presentado a Masterchef Junior cuando estaba claro que el cabrón estaba listo para abrir un restaurante, a juzgar por la presentación de su lubina. Mimi siempre me hacía lo mismo. Me usaba como su recadero personal a pocas horas de un evento importante (como Nochevieja lo era para mí) para ir a sacarle las castañas de fuego, castañas que se quemaban por la falta de previsión de ella. Siempre que llegaba un viernes, o un sábado, o una fiesta a la que ambos teníamos pensado asistir, ella se las apañaba para recordar algo arrinconado en los confines de su memoria en el último momento, y siempre venía a llorarme a mí para que fuera a conseguírselo: un rímel que tenía tal amiga, una falda que quería ponerse y que todavía no se había planchado, una docena de pastelitos, las pastillas con las vitaminas de Trufas...

No iba a joderme Nochevieja. No iba a pasarme lo poco que me quedaba de ese año correteando para salvarle el culo a mi querida hermanita.

-Pero es que...

-Ocúpate tú.

-Es importantísimo, de verdad-se mordisqueó el labio-. No te lo pediría si no fuera un asunto de vida o muerte.

-Estoy ocupado no haciendo nada, Mary Elizabeth.

Mimi se quedó en la puerta, con el ceño ligeramente fruncido.

-Sólo necesito que vayas a buscar una cosa que a Eleanor se le ha olvidado darme-ahí que captó mi atención. Aparté el móvil de delante de mi cara para poder mirarla, y alcé una ceja. Mimi se relamió el labio y estiró la espalda, en la típica pose que hacían las bailarinas justo antes de ejecutar una coreografía especialmente complicada-. Iba a venir a dármela esta tarde, pero supongo que con toda la movida que tiene en casa se le habrá olvidado. ¿Sabes que ha estado cuidando de los pequeños mientras Scott y Tommy cocinaban?

Parpadeé. Eleanor siempre cuidaba de los pequeños mientras Tommy y Scott cocinaban junto a Eri; cosa diferente era que este año ellos habían estado solos.

-A-ja.

-Por eso no ha podido venir. Y, bueno, dado que tú ya estás casi listo para salir...

-Estoy en chándal, Mary Elizabeth.

-Había pensado que podías pasarte por su casa y recoger eso. Será sólo un minuto, lo prometo-se acercó a mí y se me quedó mirando, los dedos estirados en dirección a mi cuello, pero yo me aparté. No iba a ponérselo fácil, pero cuando me tocaba el cuello haría cualquier cosa por ella sin rechistar.

-Te he dicho que...

-Venga, Al. Si estás deseando aceptar hacerme este favor. Así tienes excusa.

-¿Para qué?-pregunté, haciéndome el loco, porque quería saber si Mimi estaba dispuesta a desvelar su malévolo plan ante mí.

-Pues... para ir a casa de Tommy.

B o m b ó n (Sabrae II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora