Si no estuviera ya acostumbrado a la energía sanadora que manaba de Sabrae, habría achacado mi cambio de humor a brujería, simple y llanamente. La manera en que consiguió que cambiara el chip y encontrara la forma de comportarme como una persona medianamente normal con The Weeknd tan cerca de mí era digna de admiración, y demostraba lo que ambos ya sabíamos: que no había nadie que me conociera como ella, ni siquiera yo mismo.
El torrente de energía que manaba desde mi mano por mi brazo hasta diluirse en mi pecho, tranquilizándome, era cálido y a la vez puro, como si estuviera hecho de la misma materia primigenia que había estallado y creado el universo. Su pulgar me acariciaba los nudillos, relajándome incluso más de lo que me esperaba posible. Tenía el corazón desbocado, pero sin embargo, mi mente funcionaba a plena potencia mientras miraba cómo The Weeknd se nos acercaba. Su chaqueta de cuero tipo beisbolera, sacada de su merchandising y del que yo mismo tenía una copia en mi armario, regalo de mis amigos del año pasado, reflejaba las luces azules, rosas y violetas de la azotea, que bailaban sobre a superficie de la piscina como sirenas minúsculas e incorpóreas. Se notaba que se había dado una ducha rápida para ir a la fiesta; no sé en qué lo veía, pero lo veía. Era como cuando sabías que una persona estaba tras de ti, pero no podrías decir si era chico o chica, pues no era más que una sombra que sólo podía materializar en intuición.
The Weeknd nos dedicó una radiante sonrisa a los dos, aunque no se me escapó que su atención se centraba más en Sabrae que en mí. Lógico, porque a ella la conocía, y ella se comportaba como una persona normal, y no como una estatua de carne y hueso, cuando la tenía delante. Sus ojos apenas se posaron un segundo en mí antes de volverse a Sabrae, pero cuando me miró, sentí que mi corazón se desbocaba. Empezaron a sudarme las manos, temblarme el pulso y darme vueltas la cabeza, pero enseguida el mareo desapareció, y fue sustituido por el firme anclaje a la tierra que era la mano de Sabrae. Mis sentidos estaban alerta, pero no me abrumaban. Podía sobrellevarlo, si la mantenía cerca de mí.
Y ella, evidentemente, no iba a abandonarme. No lo había hecho ni cuando yo me había comportado como un gilipollas con ella, ni cuando había hecho que su relación con sus amigas se resintiera, así que lo de ahora no era nada.
Nada, desde luego, comparado con lo que le haría pasar a la semana siguiente. Claro que de eso, nosotros aún no sabíamos nada.
-¿Interrumpo algo?-preguntó The Weeknd, metiéndose las manos en los bolsillos de los vaqueros negros (todo su atuendo era negro con toques bancos, que venían por el símbolo XO de la espalda de la chaqueta, las costuras de las mangas de su chaqueta y sus Converse) y alzando las cejas con intención. Sabrae se echó a reír, alborozada, y se limpió la boca de manera inconsciente, como si no llevara puesto un gloss carísimo que se le mantendría intacto incluso si me la chupaba. Cosa que me encantaría ver, por cierto. Mi polla entrando en su boca jugosa, y con sabor a frutas, quiero decir.
Céntrate, Alec.
-Lo cierto es que sí-rió Sabrae, colgándose de su cuello y estrechándola entre sus brazos. Una parte de mí, pequeña, enfermiza y tóxica, constató no sin cierta alegría que no le abrazaba como me abrazaba a mí.
Pero otra parte, mayor, poderosa, sana y entusiasmada, observó con interés cómo The Weeknd le pasaba las manos por la espalda a Sabrae. Era de los que abrazaban acariciando la espalda de quien estaba entre sus brazos, y no de los que se enganchaban a la cintura y ya no soltaban. Apoyó ligeramente la mejilla en la cabeza de Sabrae con los ojos cerrados, disfrutando del contacto que a mí tantísimo me gustaba, y mientras sus dedos recorrían la espalda de Sabrae, no era capaz de acallar las voces que gritaban: "¡La está tocando, la está tocando!"
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B o m b ó n (Sabrae II)
RomanceHay dos cosas con las que Sabrae no contaba y que le han dado la vuelta a su vida completamente: La primera, que Alec le pidiera salir. Y la segunda, que ella le dijera que no. Aunque ambos tienen clara una cosa: están enamorados el uno del otro. Y...