Capítulo 56: Los dioses de tus ancestros.

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Tengo una buenísima noticia que darte: ya he terminado las prácticas, así que sólo tengo que estudiar para el examen de Abogacía, lo cual significa que me voy a inspirar mucho (porque eso me sucede cuando estudio) y podremos celebrar el cumpleaños de nuestro querido rey, Alec, este jueves con ¡un nuevo capítulo! Te espero el 5 para celebrar el aniversario del sol de esta novela.😉😍🎆


Casi hasta sentía lástima por Logan, a pesar de que su retraso sólo podía deberse a que la noche le había ido genial y puede que incluso todavía no la hubiera terminado, aunque ya estuviéramos cerca de llevar una hora en clase. Pero el pobre había elegido el peor día del año para quedarse en casa, con un chaval misterioso en su cama y una caja de condones abierta en la mesilla de noche, en lugar de venir a clase y ver el puñetero repaso que les estaba pegando a Tommy y Scott.

Había hecho bien en no contarles mis planes para San Valentín, porque al final los suyos se habían reducido al mismo rollo aburrido de siempre: bombones caros, regalos finos, y polvos lentos mirándose a los ojos para terminar una tarde en la que habían ido al cine o se habían pasado cocinando con Eleanor o Diana (dependiendo de a quién le preguntaras). Nada de imaginación ni mucho menos de magia, así que los dos me miraban con cierta rabia contenida mientras yo contaba con todo lujo de detalles cómo había hecho el San Valentín que habíamos pasado Sabrae y yo el más especial de la historia, y lo que era más importante: de la vida de mi chica. Joder, no podía dejar de imaginarme la cara que pondría el mocoso de Hugo, su ex, cuando escuchara lo que la había llevado a hacer mientras Saab se lo contaba a sus amigas en clase, demasiado emocionada y con la piel demasiado brillante por el magreo mañanero que habíamos tenido como para poder disimular su nivel de satisfacción sexual. Que no es por nada, pero era altísimo.

Desde luego, si la cara de su ex novio se parecía a la de Tommy y Scott mientras describía lo del colgante de platino (decidí omitir que me había equivocado de inicial por motivos narrativos que seguro que me perdonarás), estaba perdiendo una oportunidad de oro de regodearme.

Y el pobre Logan, mientras tanto, resacoso en la cama sin poder moverse después del polvo bestial que había echado con su chico. Algunos estrenamos el amor en San Valentín; otros, los genitales, pero el caso es que ése día es uno en los que más precintos de garantía se rompen (literal y metafóricamente hablando: tampoco hay que ser un genio para saber que los pedidos con la etiqueta de PRECAUCIÓN: MANEJAR CON CUIDADO, CONTENIDO DELICADO que Amazon repartía a diestro y siniestro en fechas anteriores a San Valentín, y que novios y novias de todo Londres recogían a la velocidad del rayo, como si fueran bombas a punto de explotar salvo que consiguieran desactivarlas con un código único, personal e intransferible, eran juguetes sexuales). Quizá fuera buena idea dejar un pedido preparado para que Sabrae tuviera un regalo con el que pasárselo bien, y de paso se acordara de mí, al año siguiente, cuando yo estuviera cultivando lechugas rozando el ecuador.

Maldita la hora en la que se me había ocurrido lo del puñetero voluntariado. Tendría que esperar dos años para vivir otro San Valentín con ella, mientras Tommy y Scott tenían a Diana y Eleanor para ellos solos, y no pasaban envidia debido a mis planes elaborados como la tesis de un ingeniero aeronáutico y románticos como una novela rosa escrita por una autora virgen. El mundo era jodidamente injusto, pero, ¡oye! No es que me esté quejando: a fin de cuentas, tenía a Sabrae para mí solo.

Se me puso una sonrisa boba en la cara un segundo mientras recordaba cómo había abierto los ojos despacio, con la lentitud y belleza del amanecer, y se me había quedado mirando cuando el sol volvió a acariciarle los ojos. Se había estremecido, estirado y bostezado.

-¿Ya es hora de levantarse?

-Todavía te quedan un par de horas para dormir-respondí, besándole la cabeza-. Sólo está amaneciendo.

B o m b ó n (Sabrae II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora