Capítulo 43: Antes de Sabrae.

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-¿Qué estás haciendo, cabrón?-le recriminé al chico que apareció en la pincelada del espejo que había recuperado del vaho con mi mano. El gilipollas que había al otro lado del cristal me miraba con el ceño fruncido, una expresión fiera en los ojos que no tenía nada que envidiar a la de un león.

Me sentía sucio. Miserable. Sabía que lo que estaba a punto de hacer estaba mal en todos los sentidos. Supongo que por eso había dejado que el aleatorio de Spotify eligiera las canciones que cubrirían el sonido del agua mientras me duchaba, para que mi cerebro estuviera ocupado reproduciendo la letra y disfrutando de ella y no se pusiera a pensar en las consecuencias de mis actos. Toda mi vida había sido un gilipollas, pero jamás lo había sido a propósito: si me había metido en líos, siempre había sido por no pensar las cosas y actuar directamente, pero ése no era el caso. Era un cabrón por lo que iba a hacerle a Sabrae, y era más cabrón todavía porque sabía lo que eso le haría. No podía alejarla de mí, así que haría que fuera ella la que nos alejara, la que pusiera distancia entre nosotros.

Como si el mundo me estuviera mandando señales de que me estaba equivocando, cuando ya me había llenado las manos de la espuma del champú, Spotify decidió que era un buen momento para poner Evolve, el disco de Imagine Dragons, en aleatorio. Había cantado a voz en grito las canciones según se iban sucediendo, pero a medida que el orden iba cobrando un sentido, fui cayendo en lo que significaba todo lo que estaban cantando en la banda originaria de Las Vegas. Con Whatever it takes, mi boca dejó de cantar las letras y mi cerebro empezó a darle vueltas de nuevo a lo que llevaba haciéndolo toda la semana, desde que había visto a mi hermano. Intenté bailar frente al espejo con I Don't Know Why, que la siguió, pero no podía dejar de pensar en lo que haría esa noche, en si sería capaz de clavar el primer clavo en el ataúd de mi relación con Sabrae y pasarle el martillo. Believer me hizo ver que me equivocaba.

Y Next to me me jodió a niveles en los que no pensé que pudiera joderme jamás ninguna canción. Me recordó que ella me había hecho mejor persona, invencible, poderoso, y que era perfectamente capaz de conseguir que las cosas entre nosotros se encauzaran.

No. No pueden encauzarse. No soy bueno para ella. Me lo había repetido por activa y por pasiva cuando no podía dormir por las noches y entraba en la conversación que habíamos compartido y que yo rezaba porque ella no eliminara cuando se enterara de que había hecho aquello para lo que le había pedido permiso sin querer que me lo concediera.

Estaba en un callejón sin salida, y para colmo me había pintado una diana en el pecho y otra en la frente, indicándole tanto a la mafia como a los policías que me perseguían que yo era el topo, y que valía lo mismo vivo que muerto.

Había ido a ver a Diana con la esperanza de que ella le contara a Sabrae lo que pretendía hacer, y que Sabrae viniera a pedirme explicaciones por estar recuperando mi comportamiento de vividor gilipollas y capullo que no tiene escrúpulos en términos de sexo. Me estaba volviendo peor persona que cuando me follaba a tías que tenían novios pero muy pocas ganas de serles fieles, porque ahora quien estaba a punto de ser infiel era yo, y en lugar de estar encerrado en mi habitación con música a todo trapo que callara los demonios de mi cabeza, a lo que me estaba dedicando era a afeitarme con cuidado y ponerme bien guapo, no fuera a ser que no consiguiera seducir a Zoe y todo mi plan se fuera a la mierda.

Pero Sabrae no había venido. Supongo que ya se había dado por vencida conmigo, o peor aún, que considerara que estaba en mi derecho de liarme con otras chicas simplemente porque no tenía "novia" estrictamente hablando, aunque yo así lo sentía. Como un mamarracho. La madre que te parió. En lugar de dedicarme a alejar de mi vida a la única chica que me había importado de la forma en que sólo se importan las personas en las películas románticas que tanto les gustan a las tías, debería estar ocupado luchando por merecerla, mejorando como persona, combatiendo esos demonios contra los que yo sabía que Sabrae podría destruir. Ella los había creado, ¿no? Pues bien podría destruirlos.

B o m b ó n (Sabrae II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora