Narra Amélie.
-anteriormente-
Amber: ¿Qué se siente saber, que tu secreto ha sido liberado?- dijo por detrás mio con uno de esos folletos en mano.
•••
Un nudo se había formado en mi garganta, estorbando el pasó de mi respiración. Me giré sobre mis talones y la figura de Amber con el folleto en mano, estaba delante mío.
Amber: Siento que se enteren así- dijo en general- Pero quiero que sepan todos, que en esta institución tenemos una enferma... Una maldita enferma, ¿o no Amélie? ¿Qué es lo que tienes?- dijo mientras se aproximaba a mí- ¿Anorexia? ¿Bulimia? Pero no, solo eres una loca, eso eres ¡Una loca! Que solo quiere llamar la atención para que todos le tengan lástima a la pobresita Amélie, solo eres una loca ¡Loca! ¡Loca!- gritó, y mis lágrimas amenazaban con salir- Oh no, no llores... Tienes que contarnos sobre está libreta de control- dijo mientras me mostraba el folleto, dónde estaba mi lista de control antes perdida- ¿Cómo es esto? ... 50Kilos... 47kilos... Próxima meta ... ¡45kilos!- exclamó con una risa- La pregunta es... ¿Has llegado a los 45kilos, gorda?- dijo con rabia hacía mí. No soporté más la humillación, todos sabían de mí, todos sabían de mi maldito problema, todos tenían la mirada acusadora sobre mí, mis lágrimas salían como ríos turbulentos sobre mis mejillas. Arranque el folleto de sus manos y salí corriendo sin rumbo del instituto, me importaba poco si luego me causará problemas por haberme salido. Solo quería irme de ese infierno.
Corría sin dirección alguna, mí cabeza era una laguna, no podía dejar de llorar, no podía dejar ir esas palabras "¡Loca! ¡Loca!" no entendía como se supo, pero eso poco me importaba. Todos sabían, todos me veían como una loca, una enferma...
Calmé el pasó que llevaba, ya que mi respiración lo pedía, miré a mi alredor y me encontraba sola, ¿casualidad? No creo, siempre estaba sola, no podía creer lo que estaba ocurriendo, todo se derrumbo ¿Qué pensaran de mí? Todos sabían... Ana, Sharon ... Seré una loca, mierda, mí vida era una porquería, quería desaparecer en este mismo momento, no quería tener vida, no quería seguir más.
A lo lejos visualice una pequeña banca, algo en mal estado detrás de esta había unos cuantos arboles y al parecer era como una especie de parque pero bastante descuidado, se podía notar alguna que otra bolsas de basura pero me importo poco, sabía que no era un lugar seguro para mí pero tampoco le di importancia. Me recoste entre la banca y el suelo, es decir que mí espalda estaba rescostada sobre el banco y mi trasero apoyado en el piso. Me enrolle con mis piernas sobre mi pecho, en ellas deposite mi cabeza, cabizbaja comenzando a dejar ir las lágrimas.
"50Kilos... 47kilos... Próxima meta ... ¡45kilos!... La pregunta es... ¿Has llegado a los 45kilos, gorda?"
Seguían retumbando en mí, eso era una gorda, si había llegado a los 45kilos pero aún era una maldita gorda con miedo a verse a un espejo, la que se encierra en un maldito baño a meter sus dedos en la garganta para vomitar, la que le da asco la comida, la que se exige horas en un jodido gimnasio para no lograr nada. Eso era yo, una loca, una maldita mosca negra en esta sociedad, donde nadie ve lo destruida que estoy, donde nadie se da cuenta que estoy sangrando por dentro. Soy invisible ante los ojos de los demás, mí camino esta solo, no tengo futuro, no veo nadie en mí, nadie estará para mí, nunca nadie verá lo que estoy sufriendo.
Ya no quiero seguir, no puedo seguir así, esto es un maldito infierno donde de a poco con el correr de los días, me voy quemando más. Ya no quería seguir ardiendo, si mi destino era arder, quería arder definitivamente, no más sufrimiento. Levanté la vista lentamente, encontrándome algo borrosa por mis lágrimas, miré el cielo de Londres y como era usual, estaba con nubes grises sobre el. Demostraba técnicamente como me encontraba ahora mismo, mí vida era gris, todo era gris, le di una mirada más y solo vi unas cuantas personas paseando o simplemente caminando pero no consientes de que yo estaba allí a punto de tomar la decisión de volver negro mi mundo.
