Cuando Kim Jongin es condenado a cadena perpetua por asesinato, su hermano Seokjin tiene que luchar valientemente contra las probabilidades de sobrevivir en las calles de Seoul, solo y sin hogar, intentando todo lo posible para reunir el dinero sufi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Seokjin se despertó sobresaltado y se golpeó la cabeza con fuerza contra el muro de hormigón, cuando un perro grande le ladró a la cara.
Yoongi chasqueó los dedos, luego levantó uno, haciendo que Lobo se sentara en silencio junto a sus pies de inmediato.
-¡¿Qué diablos estás haciendo en mi propiedad otra vez!
Seokjin parpadeó, limpiando algunos mechones de cabello de su cara, mirando hacia atrás y adelante entre el perro y su enojado dueño, su cerebro brumoso tratando de comprender la situación.
Yoongi se agachó un poco, dominando al hombre que obviamente pasó la noche justo al lado de su puerta.
-¡Realmente no entiendes el concepto de una cerca y una puerta cerrada! ¡Este no es un maldito hotel!
Seokjin intentó levantarse del suelo, deslizándose con la espalda hacia la pared fría, tomando los billete arrugados y sacando algunas monedas de su bolsillo. Lo sostuvo con dedos temblorosos, evitando su mirada.
Yoongi no lo tomó.
-¿Has ganado 200 en una noche?
-No- la voz de Seokjin era baja y áspera cuando lo intentó de nuevo, estirando su brazo una pulgada más- Es todo lo que tengo.
-Bien- Yoongi examinó al otro hombre por un momento, rodando su lengua detrás de los labios cerrados, luego tomó el dinero y abrió la puerta roja, manteniéndola abierta- Entra, espera en las escaleras. Estoy de vuelta en veinte minutos.
Seokjin se frotó el hombro, pareciendo inseguro.
-Cambiaré tu dinero, pero Lobo necesita un paseo primero. Espera en las escaleras- Yoongi hizo un gesto hacia adentro, esperando pacientemente hasta que la desconfiada mente de Seokjin había meditado lo suficiente y le permitió entrar, manteniéndose lo más lejos posible- Sientate- señaló un dedo hacia abajo, cuando el hombre se quedó parado al pie de la escalera como un animal acorralado- Veinte minutos.
Seokjin se sentó con cautela en la primera escalera, cerca de la pared, mirando como la puerta roja se cerraba. Todavía estaba muy cansado, le dolía la espalda y el trasero al dormir sentado en una superficie dura, y su cabeza le dolía como el infierno al chocar accidentalmente contra la pared de concreto. Tenía hambre y tenía que orinar. Y lo que estaba haciendo allí, realmente no lo sabía. ¿Por qué esperaría veinte minutos en la casa de un extraño, que probablemente volvería con la policía? Miró la puerta cerrada y sacó sus dedos nerviosamente, olfateando su nariz goteando. Jongin nunca hubiera esperado aquí. Nunca habría firmado ese acuerdo tonto, tampoco. Habría peleado a puñetazos con el hombre pálido y enojado, esperando lo mejor. Entonces habría mirado a Seokjin con la nariz ensangrentada y sin dientes, aún sonriendo.
Seokjin apoyó su palpitante cabeza contra la pared, mordiendose las uñas. Esperaba que Jongin hubiera puesto a todos los demás reclusos en su lugar ahora. Esperaba que fuera el rey de esa jodida cárcel y lo gobernara con una sonrisa sarcástica y una gran cantidad de alcohol, cigarrillos y chocolate debajo de su litera. Esperaba que Jongin estuviera bien.
