Cuando Kim Jongin es condenado a cadena perpetua por asesinato, su hermano Seokjin tiene que luchar valientemente contra las probabilidades de sobrevivir en las calles de Seoul, solo y sin hogar, intentando todo lo posible para reunir el dinero sufi...
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Yoongi aceleró el paso cuando la lluvia se hizo más intensa. Se dio unas palmaditas en el muslo y Lobo trotó por la calle, cruzó el estacionamiento vacío de la tienda y, a lo largo del camino de entrada de la fábrica, la grava fina y húmeda crujió bajo sus zapatillas. Abrió la puerta y la mantuvo abierta para su perro empapado, que corría ansiosamente escaleras arriba, no era un gran admirador del agua, ya sea que estuviera en una bañera o cayendo del cielo.
Yoongi se alisó el cabello mojado y se desabrochó la chaqueta, comprobando la hora en su teléfono mientras subía las escaleras. Apenas eran las siete. Todavía tenía mucho tiempo antes de su primera y única cita del día.
-Ksst- chasqueó los dedos, señalando a Lobo que se sentara y esperara frente a la puerta, mientras se quitaba los zapatos y la chaqueta. Miró a su alrededor a través de la sala de estar, contento de que la gran pila de almohadas frente al sofá ya no estuviera. Sin embargo, las luces de la habitación seguían encendidas y un calzoncillo del tamaño de Taehyung yacía junto al tocador. Lo recogió, se quitó los calcetines y los arrojó a la canasta de la ropa, luego fue a buscar una de las toallas más viejas para su perro.
El baño mostró una fuerte evidencia de su uso reciente. Pasta de dientes manchada en el lavabo, una botella de champú vacía en la alfombra de baño frente a la ducha, la tapa del inodoro abierta y muchas huellas de pies húmedos por todo el piso.
-Pequeñas mierdas- apretó los dientes, agarró una toalla y apagó las luces, haciendo una nota mental para darle a Sunhee un poco de dinero extra hoy.
Lobo felizmente movió la cola cuando su dueño se agachó para secarlo con una toalla suave con movimientos bruscos y rápidos, proporcionando un agradable masaje de espalda como efecto secundario.
-Buen chico. Vete- Yoongi se levantó, señalando a su perro para que entrara, luego cerró la puerta detrás de él, dejando caer la toalla sucia y húmeda al lado del felpudo, antes de bajar.
La puerta de metal blanco del club no estaba completamente cerrada, y podía escuchar voces desde la sala de juegos, tan pronto como se sentó en la galería. Escuchó por un momento, luego bajó las amplias escaleras y cruzó la espaciosa habitación, notando cómo ambos hombres se callaron.
Reprimió la pequeña sonrisa que tiraba de la esquina derecha de su boca, caminando a través de la cortina de tiras de goma negra.
Taehyung se arrodilló en una postura perfecta y elegante, con la cabeza sumisamente baja, el cabello recién lavado y seco, y con un calzoncillo negro.
Seokjin también estaba de rodillas, pero levantó la vista nerviosamente a través de su cabello aún húmedo y despeinado. Sus manos se movían nerviosamente detrás de su espalda, mientras dejaba escapar un poco de estrés.
Yoongi no dijo nada.
Fue al alto gabinete de acero y se tomó su tiempo para reorganizar algunos artículos, guardar algunos para más tarde, arrojó una guantera de látex vacía a la basura, y se aclaró la garganta, parándose frente al estante de juegos de impacto, para mirar a través de los diferentes juegos de azotes y fustas de equitación. Seleccionó una fusta negra y la metió debajo de su brazo, mientras se acercaba a los dos hombres arrodillados en el centro de la habitación.
