Cuando Kim Jongin es condenado a cadena perpetua por asesinato, su hermano Seokjin tiene que luchar valientemente contra las probabilidades de sobrevivir en las calles de Seoul, solo y sin hogar, intentando todo lo posible para reunir el dinero sufi...
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A Yoongi le gustó de todos modos, poniendo una mano en la cabeza de Seokjin mientras se levantaba de la cama.
-Retrocede un poco. Muéstrame cómo quiero que te arrodilles por mí- vio como Seokjin se deslizaba hacia atrás veinte pulgadas y enderezaba su posición de rodillas, extendiendo sus muslos- Eso está mejor. Quítame el cinturón.
Seokjin quería preguntar por qué, pero no lo hizo. Levantó la mano, odiando cómo sus dedos temblaban ligeramente, mientras desabrochaba el pesado cinturón de cuero y lo sacaba de los bucles.
-Buen trabajo- el tono de Yoongi era suave y elogioso- Puedes conservarlo hasta la mañana- cuando Seokjin lo miró desconcertado, le quitó el cinturón de las manos- Levanta el brazo derecho- lo envolvió a través del pecho desnudo, desde debajo del brazo derecho de Seokjin, hasta su hombro izquierdo, donde lo aseguró firmemente en el último agujero, en un arnés hecho por el mismo- Niño bonito.
Seokjin se sentía como si estuviera vestido de oro y armadura. El cinturón era cálido y olía a cuero y al hombre pálido y enojado. Esperaba que pasara mucho tiempo hasta la mañana.
-Quítame el pantalón- a Yoongi le encantó el orgullo en la cara de Seokjin y acarició sus suaves dedos a través de largos mechones de cabello, observando cómo su botón se abría con dedos torpes.
Seokjin levantó la vista por un segundo, antes de bajar el pantalón lentamente por las piernas de Yoongi, dejar que el hombre saliera y los pusiera a un lado. Dudó y luego rozó su nariz con la maravillosa ropa interior suave, inhalando el aroma íntimo. Sus labios se separaron por su cuenta, su lengua dejó un punto húmedo en la tela blanca.
Yoongi observó desde arriba, colocando una mano segura en la parte posterior de la cabeza de Seokjin, alentándolo con leves movimientos de sus caderas. Sonrió cuando Seokjin levantó la vista, pidiendo permiso en silencio, con los dedos curvados en la ancha cintura de su boxer.
-¿Por qué lo quieres, dímelo?
Seokjin odiaba que le hicieran preguntas ahora. Sopló un aliento cálido y húmedo contra el pene apretado, cubierto por solo una fina capa de ropa interior, luego trató de lamerlo todo lo posible a pesar de la barrera, antes de reunir el coraje suficiente para hablar.
-Para lamer- se sentía como el estudiante más tonto en el aula de la señorita Park una vez más, y escondió su rostro contra la ingle de Yoongi, esperando que su respuesta no hubiera sido escuchada.
Pero Yoongi lo había entendido perfectamente bien e inclinó su cabeza hacia un lado, acariciando con adoración a través de los largos mechones de cabello.
-¿Sí? ¿Quieres lamerme con tu dulce lengua de cachorro?
Seokjin asintió, apoyándose automáticamente en la mano acariciante.
-Sí.
Yoongi se agachó para levantar la barbilla de Seokjin.
