Capítulo 4: No juzgues a una persona sin antes conocerla.

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Declaimer: Los personajes de YU – GI – OH!, "No son míos"... Snif, snif, snif, son propiedad de su respectivo autor, sólo hago este fic porque me encanta escribir, pondré toda de mi parte para hacer de esta historia muy interesante...

RESUMEN: Más de alguna vez habrán escuchado el refrán que dice: No juzgues un libro por su portada. Hay diferentes maneras de interpretarlo o de entender este refrán. Yo lo interpreto que antes de juzgar primero veo de qué trata el libro, o que a veces las apariencias engañan... Esta misma situación se da entre las personas, todo el tiempo nos dedicamos a criticar, juzgar, agredir verbalmente a una persona únicamente por cómo se vista, hable, coma o piense diferente a nosotros... ¿Por qué las personas temen al cambio? ¿Por qué la sociedad se empeña en destruir lo nuevo? ¿Por qué los seres humanos deben de ocultar su propia personalidad simplemente por el hecho a sentirse rechazados?... No hay que tenerle miedo al cambio, en vez de eso hay que sacarle provecho, porque en la vida, siempre hay algo nuevo que aprender...

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Lloraba, le dolían sus manos, pero al mismo tiempo pensaba en lo ocurrido con su profesor Bakura y se repetía una y otra vez que él no era un mediocre, ni un holgazán. Alguien lo sacó de sus pensamientos cuando escuchó su nombre....

Joey, ¿estás bien? ¿Qué haces ahí parado fuera de clases?

Cuando el mencionado levantó la mirada no pudo contener más su llanto y corrió a abrazarlo cómo si su vida dependiera de ello. Ocultó su rostro a la altura del estómago de aquella persona y lloró como si estuviera perdido, o asustado de su peor pesadilla.

¿Qué fue lo que te sucedió? – Preguntó preocupado.

El pequeño se separó un poco de él para verlo a los ojos, no pudo pronunciar palabra alguna, además ¿Qué le podía decir? Finalmente después de meditarlo decidió hablar:

Yo... Lo siento profesor Yami... Snif, snif, snif, snif, snif, snif...

Cálmate Joey – Lo abrazaba con cariño, pero al mirar a la puerta del salón y ver por la ventana, se dio cuenta que Bakura le había aplicado uno de sus crueles castigos.

¿Dónde te golpeó? – Trataba de ser prudente.

El niño sólo agachó su mirada para verse sus manos, este gesto hizo que el otro también agachara su mirada y se dio cuenta que las tenía muy lastimadas.

Imbécil. – Masculló entre dientes. – Ven. acompáñame.

Pero.... – Balbuceó un poco preocupado.

Nada de peros y sígueme. – Al ver que el pequeño no se movía se le acercó nuevamente. – No te preocupes por él, te prometo que yo asumiré toda la responsabilidad, ¿de acuerdo?

De acuerdo profesor.

Pero el joven hizo un gesto de reproche mientras le explicaba:

Te he dicho que me puedes llamar por mi nombre mientras estemos solos, o que ¿Acaso ya olvidaste lo que acabamos de hablar hace algunas horas?

No. – Respondió en seco.

Bien, entonces vamos a mi oficina y ahí te pondré algo de hielo para que tus manos se desinflamen un poco. – Le sonríe un poco.

Y con ese gesto hizo sonreír a su amigo.

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Estaba terminando de vendarles las manos, el timbre había sonado hace 5 minutos, nadie decía ni una palabra, hasta que el docente decidió iniciar la conversación.

Los Ojos ... Son El Reflejo del Alma ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora