¿Estrellas enamoradas? [TodoBaku] [KiriDeku]

Capítulo 72 : Mimado.

Calor, mucho calor.

Una sensación sofocante se extendía por todo su cuerpo.

El pecoso removió totalmente incómodo en la cama con las sábanas pegadas en el cuerpo producto de el sudor.

Agua. Quiero agua.

Con los ojos aún cerrados, una apremiante sensación de mareo y un calor intenso en todo su cuerpo, el sentarse en la cama se le dificultó bastante.

Izuku no sabía cómo había llegado a su habitación ni tampoco porque se sentía tan mal, solo quería tomar toda el agua que pudiera y luego de eso volver a la cama.

Se tambaleó un poco al salir de la cama pero podía manejarlo.

¿Donde estaba el baño? ¿A la izquierda o la derecha?

Miraba desorientado el cuarto sin poder distinguir cual era la puerta que llevaba a fuera y cuál correspondía al baño.

Al final cuando empezó a caminar una de las puertas se abrió.

El pecoso con lo distorsionada que tenía la vista solo pudo cerciorarse que eran una chica y un chico.

Los colores se veían raros por lo que no entendía quiénes eran.

— ¿Deku-kun? ¿Estás bien?

Ah, esa es la voz de Ochako.

El pecoso quiso decirle algo pero sentía la boca pastosa, la cabeza mareada y el cuerpo pesado, solo atino a dar un paso más para acercarse a ella.

Después de eso se desplomó en el piso.

— ¡Deku-kun! —grito aterrada la castaña.

— ¡Midoriya-kun! —Iida se agachó a su altura — ¡Ve por ayuda!

Una brisa suave y fría fue lo primero que sintió al despertar otra vez, seguido de eso le pareció ver una figura femenina de pelo verde y ojos del mismo tono.

Tenía una sonrisa que hace mucho tiempo no veía sin el por medio de el dolor o el cansancio.

— ¿Mamá? —susurro el pecoso.

Midoriya sintió un pinchazo en su nariz, otras voces llegaron a sus oídos unas reían suavemente y otras murmuraban preocupadas.

— ¿A quien llamas "mamá", jodido Deku?

El pecoso pestañeo un par de veces para enfocar bien a la persona delante suyo.

—Kacchan, eras tú —sonrió de forma boba.

El rubio lejos de burlarse de él por como se había confundido solo volvió a darle brisa con un abanico que tenía en su mano derecha.

Midoriya no tardó en darse cuenta que estaba preocupado, tenía el ceño fruncido y los ojos rojos no dejaban los suyos.