Sana, se sentía extraña con todo lo que paso la tarde del día anterior. Despertó un poco tarde, gracias al timbre de salida. Pero, no estaba sola, estaba durmiendo en el regazo de la chica de piel pálida, y eso causo un sonrojo enorme en su corazón. Era como si estuviera recostada en una almohada muy suave de color blanco.
No lo admitía pero una parte de ella, sentía culpa.
Hoy era otro día en dónde la japonesa tendría que trabajar muy duro, la única razón por la que se esforzaba tanto en la obra, era porque de ahí obtenía una beca para poder estudiar, de una u otra manera no podría pagarlo. Era mucho cansancio, por sus trabajos, y la obra. Ni siquiera tenía tiempo de salir con su novio Mark, ni con sus amigas algunas veces. Era parte de un sacrificio que le traería buenas cosas en el futuro, eso era lo que la mantenía cuerda.
—¿Que tanto piensas?—Preguntó Mina quién tomaba asiento a su lado—Llevas días distante, Mark se preocupa por eso.
La miró unos segundos y regreso su mirada a unas margaritas que estaban al frente suyo.
—Las margaritas, son tan pequeñas—Dijo Sana ignorando todo lo que Mina le dijo—Son blancas como la nieve, y pequeñas a diferencia de las rosas—Soltó una risa, y volvió a mirar a su amiga—Una flor significa tantas cosas ¿No crees?
Mina la miraba confundida, Sana a veces decía cosas tan profundas pero con una especie de juego de palabras que revolvían su mente. Era como si esa chica extraña quisiera decir tantas cosas en una frase pequeña, palabras de sufrimiento y agonía en su totalidad.
—Son unas flores muy bonitas, en especial las margaritas blancas—Respondió vagamente debido a que buscaba las palabras exactas para responderla a su mejor amiga.
—Tienes mucha razón, las blancas son hermosas, y esa bonita margarita me recuerda a alguien—Soltó un suspiro—¿Debemos ir a ensayar?
Mina asintió.
Se levantaron, caminaban despacito hacía el enorme teatro de aquel instituto. Pasarían horas dentro, practicarían toda la tarde, y luego tendría que ir al trabajo que mantenía algunos días en el turno nocturno en un pequeño bar lavando platos.
Todos estaban adentró esperando la llegada de ambas japonesas, guardaron silencio hasta que llegó el director, y empezaron a practicar, repitiendo una, y otra vez la misma escena. Era una obra original que el profesor de teatro escribió, trataba de una joven chica que vivía en tormento e inseguridad, y quería buscar quién era realmente. No era muy diferente a Sana, sentía empatía por la protagonista.
—¿Te sientes cansada?—Preguntó Mina quién llevó una toalla para que secara su sudor—Te ves un poco mal, deberías ir a tomar un poco de aire.
Sana se levantó la camisa, para que sintiera un poco de aire. Se secó el sudor con la toalla que Mina le había entregado, y bebió un poco de agua.
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Yellow (SaiDa)
Teen FictionEl amarillo se volvió su color favorito, sin conocerlo y si nunca antes verlo. Era por la chica rubia que lograba hacer latir su corazón con el simple tacto de sus manos tocando los suyos, era un sensación tenebrosa que lograba hacer temblar todo su...