El pecho dolía, era un dolor que parecía estar siendo picado por algo puntiagudo. La visión era tan confusa, no lograba ver bien, todo era tan borroso que le causaba un dolor en la cabeza, y su cuerpo, lo sentía tan pesado que ni siquiera poder mover un dedo podía. Era todo confuso, era una licuadora de emociones siendo revueltos en su mente, entre el dolor y la confusión. Sus sentidos apenas comenzaban a despertarse, todo lo escuchaba tan bajito que le costaba poder reconocer aquellas voces. La mano izquierda la sentía más pesado que su demás cuerpo, era más cálida, no estaba fría, sentía un agarre tan suave que no lograba entender el porque.
Era como si todavía estuviera en aquel sueño que parecía interminable.
—Dahyun—Susurro tan despacio, era lo único que pudo pronunciar.
—Sana...
Esa voz era tan parecida a la de Dahyun que al intentar sonreír tuvo un fuerte dolor en el pecho. No paso mucho tiempo cuando el doctor entro, esa calidez en su mano derecha desapareció. Esas voces no se encontraban más, el único ruido eran el de los aparatos del hospital. Le abrieron los ojos, la alumbraron con una linterna y lo único que miraba era un destelló. Se quejaba, el pecho parecía doler demasiado, y volvió a caer dormida en esa habitación vacía y silenciosa. Todo parecía un sueño interminable, era como si estuviera viendo toda su vida pasar justo en el momento antes de morir. Y si había muerto de verdad, solo había una cosa de la cuál se arrepentiría toda su vida.
4 horas después.
Fue abriendo los ojos poco a poco, la cabeza no le dolía como antes, el cuerpo era igual de pesado y sus parpados ya no dolían al abrirlos. Lo primero que se encontró fue con una pared blanca y miró a los lados, se encontró con una ventana que dejaba ver el cielo; era de noche. Del otro lado, solo se encontró con maquinas las cuáles le ayudaban a respirar y volvió a mirar el techo.
Estaba sola, como toda su vida lo estaba. La soledad no era mala, rió a si misma, ese era el castigo por haber sido mala con los demás. Volvió a cerrar los ojos con la intención de volver a dormir de nuevo. Estar sola era igual que estar dormida, pensaba. Estaba concentrándose en el dolor fuerte dolor de su pecho, jamás le había dolido tanto como ahora. Su consecuencia por no haber seguido las indicaciones del doctor. Volvió abrir los ojos, su boca estaba sedienta y guió su mirada hasta la puerta; se quedo mirando durante varios minutos hasta que la puerta se abrió. Sonrió un poco decepcionada, no era la persona que deseaba ver.
—Veo que ya despertaste—Tzuyu traía una botella de agua en las manos—Llevo aquí 2 horas y creí que me iría sin hablar contigo.
Sana volteó a ver del otro lado; en la ventana.
—Puedes irte si quieres, no pierdas tu tiempo en un hospital—Le susurro despacio—Debe ser aburrido estar aquí.
—Apenas despiertas y ya estas siendo grosera—Tzuyu se sentó en una silla que estaba alado de la camilla—Llegue a imaginarme que despertarías siendo otra persona, una más amable y sensible—Soltó un pequeño suspiro—Da igual, bebé un poco de agua—Le acerco la botella de agua pero Sana no la sujeto—Debes estar sedienta.
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Yellow (SaiDa)
Teen FictionEl amarillo se volvió su color favorito, sin conocerlo y si nunca antes verlo. Era por la chica rubia que lograba hacer latir su corazón con el simple tacto de sus manos tocando los suyos, era un sensación tenebrosa que lograba hacer temblar todo su...