Olivia todavía no encontraba lo que estaba buscando. No encontraba aquello que la hiciera estremecer. Su cuerpo y sus emociones estaban a flor de piel, y después de su último fracaso estaba más que dispuesta a no volver a equivocarse, a no cometer el mismo error. Sus manos ansiosas volaban sobre el teclado de su computadora escribiendo en Google, el buscador que ella siempre utilizaba, aquellos nombres que, su cazador de potenciales talentos, le había enviado en un mail. Carlos Estrada le había prometido que esta vez no la defraudaría, que en esta ocasión ella estaría más que satisfecha con su trabajo.
Pero por más que quisiera engañarse, su frustración, cada vez más intensa, ya comenzaba a invadir su estado de ánimo, y la incompetencia de Carlos Estrada le estaba dando paso a la más pura irritación. Todo lo que le había enviado era pura basura, porque cuando tomaba el mouse con pulso firme y cliqueaba sobre aquellas imágenes, dándole paso también a su ansiedad, sus expectativas se desvanecían, porque lo que buscaba no aparecía en su pantalla, comprendiendo finalmente que todo cuanto veía, era más de lo mismo.
"Debe haber alguien" Se dijo a sí misma.
No sabía a ciencia cierta qué era lo que buscaba, pero confiaba en sus instintos, sabía que cuando eso que tanto ansiaba apareciera, su cuerpo lo reconocería, palpitando esas emociones que solo ella sabía identificar.
Una tras otra las páginas de Facebook fueron pasando delante de sus ojos sin advertir la más mínima vibración. Una tras otra esas páginas virtuales mostraban diversos rostros y cuerpos de las mujeres más hermosas de la cuidad, pero ninguna que despertara, ni tan solo un atisbo de pasión en los ojos de Olivia.
Sentada en el sillón de su majestuosa oficina desde donde comandaba su estudio de fotografía, una de los más importantes del país, Olivia comenzaba a saborear el amargo sabor de la derrota, una vez más.
Barrió con su mirada toda su oficina tratando de perder su ofuscación en la elegancia con que había decorado ella misma ese lugar, pero no pudo lograrlo. Se levantó de su regio sillón presidencial de cuero blanco y se desplazó hacia el ventanal que daba a la excepcional zona de Puerto Madero en la ciudad de Buenos Aires.
A pesar de que la primavera era inminente, el frío seguía instalado en la ciudad y parecía no querer dejarla. Desde el ventanal de su oficina Olivia podía ver que el día era gris, tal cual ella misma se sentía, y las sombras que se iban desdibujando a su alrededor, anunciaban que la tarde estaba llegando a su fin.
Otro día más, otra noche fría en donde no podría controlar la frustración que la corroía. No le gustaba equivocarse, no le gustaba perder el control de su vida y mucho menos perder el control de los demás. Era esa la única razón por la cual su irritación estaba alcanzando límites inesperados.
De pronto el sonido de la computadora atrajo su atención. Se dirigió a ella porque sabía que había llegado un nuevo correo electrónico. Abrió su bandeja de entrada y bufó de fastidio al comprobar que era otro mail de Carlos Estrada. El "Asunto" decía "No busques más".
A pesar de que se sentía exasperada, porque toda esta situación se le estaba escapando de las manos, en cierto punto Olivia sabía que podía confiar en Carlos. Siempre había complacido sus deseos, conocía sus gustos, y sobre todas las cosas podía confiar en él. Sobre todo cuando depositaba en su cuenta bancaria una jugosa suma de dinero.
Abrió el mensaje y cliqueó en "Archivo adjunto". Mientras esperaba que abriera no pudo dejar de notar que su aliento había comenzado a abandonar su cuerpo por la expectación. Esa clase de ansiedad que bien conocía, y sobre todo lo que causaba en ella.
La imagen explotó en la pantalla dejando a Olivia totalmente derrotada. Esa emoción, esa clase de sentimientos que siempre esperaba que golpeara en un momento como este, arremetieron contra su cuerpo haciéndolo estremecer.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...