El juego que Mauricio había planteado era mucho más que peligroso, pero aun así y teniendo en cuenta que la situación en la que se había colocado era arriesgada, decidió que jugarse el todo por el todo ameritaba por lo menos por ahora que Olivia se revolcara en las arenas de la incertidumbre y el miedo. Porque eso fue lo que vio en su mirada. Miedo.
Mauricio no sabía cuánto tiempo pasaría hasta que Olivia vinculara que el hecho de la desaparición de esa carpeta estaba relacionado con la amenaza que le acababa de hacer, si es que ya no lo había relacionado. Y era eso justamente lo que él quería. Que Olivia pensara con temor en él cada día de su vida, que se despertara cada mañana pensando si ese sería el día en que ocurriría lo que tanto temía.
Pero decidió no preocuparse y no pensar más en ella. Después de todo nunca había mencionado el hecho de que sabía de la existencia de esa carpeta y por supuesto nunca lo haría. No arriesgaría todo por la grandiosa sensación que podría llegar a tener al decirle a Olivia que no solo tenía esa carpeta, sino que podría usarla en su contra.
Pero nada de eso había planeado en realidad. Porque enfrentarse a Olivia en un juzgado sería involucrar directamente a Eugenia, algo que definitivamente no iba a ser, por más que quisiera ver destruida a Olivia para siempre.
Se conformaría con eso, con lo que había planificado. Dejaría que Olivia sucumbiera ante sus más oscuros temores, creía que eso era suficiente para mantenerla a raya por mucho tiempo, más bien para siempre.
Ahora había algo más importante que debía hacer. No veía la hora de salir de ese lugar para reencontrarse con Marina. Desde que se había separado de ella esa mañana la extraña impresión de que le faltaba el aire era mucho más que una sensación.
Lo ahogaban sus deseos de volverla a ver. Deseaba tenerla entre sus brazos, besarla, decirle cuánto la amaba mientras le hacía el amor. Y si la vida o el destino la habían vuelto a poner en su camino, haría honor a su suerte amándola por el resto de sus días.
En ese estado de absoluta felicidad, fue a saludar a su amigo Pedro, que después de tanto tiempo volvía a ver. Pedro como siempre, y como hacía mucho tiempo, estaba detrás de la barra preparando, con la calidad y habilidad que lo destacaban, unos tragos que él mismo había inventado. Cuando vio que Mauricio se iba acercando a la barra lo recibió con una sonrisa.
– Pedro– saludó Mauricio devolviéndole el gesto.
– Me estaba preguntando si te irías sin saludarme.
– Eso nunca. ¿Cómo va todo por acá?– Preguntó mientras veía como Pedro le servía una copa de su champagne favorito.
– Igual que siempre, como verás acá nada cambia.
– Espero que eso no se aplique a tu vida.
– Mi vida está todo lo bien que puede estar– Respondió Pedro con una sonrisa cómplice, como si estuvieran hablando en clave, de algo que nadie más que ellos supieran.
– Me alegro que esté todo bien– Agregó Mauricio con sinceridad.
– Sí, pero creo que no estoy tan bien como vos.
Mauricio lo miró sonriendo pensando si era tan evidente para los demás la felicidad que emanaba por cada poro de su piel. Y el brillo de sus ojos le confirmó a Pedro que así era. Claro que él ya lo sabía, porque tenía una sorpresa para él.
– No solo estoy bien, sino que soy muy feliz– Confesó y no tuvo reparos en decirlo sin problemas.
– Entonces voy hacer que tu felicidad sea más grande aún– Respondió Pedro con una increíble sonrisa mientras deslizaba su mano por la barra para acercarle a Mauricio la tarjeta magnética de una suite, más precisamente la de la 413.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...