Capítulo 51

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¡Había pasado tanto tiempo! Pero aun así la memoria de sus emociones y el solo contacto de sus cuerpos hicieron que el mundo estallara en su interior, haciendo palpitar la emoción de estar juntos nuevamente. Cada mirada, cada caricia, cada una de las palabras dichas sin aliento fueron los únicos testigos de la necesidad del uno por el otro.

A pesar de que hubo una brecha en el tiempo que los mantuvo separados, a pesar del dolor que esta separación dejaría como una huella imborrable en sus corazones, pertenecerse, reconocerse y amarse de esta manera casi irreal, haría posible olvidar el horror y el miedo de solo pensar que estuvieron a punto de perderse.

Marina le pertenecía, oh sí, era suya, siempre lo había sido y siempre lo sería. No quería pensar en Olivia y en lo que seguramente fue capaz de hacer para seducir a Marina. Pero se prometió a si mismo que jamás la mencionaría y mucho menos se permitiría volver a hacerlo delante de Marina. Ese nombre quedaría olvidado, desterrado de sus vidas para siempre.

Oh sí, Marina le pertenecía. Mauricio necesitaba decirle tantas cosas, pero no encontraba el modo de expresarlas. Sus ojos en llamas por la pasión, su hermoso cuerpo entregado a sus caricias y las suplicas expresadas entre susurros para que le hiciera el amor, lo enmudecieron por completo. Torpemente y sin poder controlar los temblores de su propio cuerpo y de sus manos, la desnudó por entera y la penetró ahí mismo. Una vez que hubieran traspasado el umbral de la puerta de su casa supo que no llegarían a su cuarto. La urgencia y la exigencia de su ser pudieron mucho más que el deseo de tenerla bajo su cuerpo en su propia cama. No fue un acto cargado de ternura y pasión, pero tampoco fue un acto llevado por la desesperación. Pero si fue un acto regido por el hambre y la necesidad.

Una necesidad hecha mujer en Marina que ya no estaba dispuesto a volver a perder. Marina era suya, suya hasta el día que se muera.

Marina había deseado y fantaseado con esto por tanto tiempo que creyó que estaba soñando. No quería despertarse, no quería que este sueño, tantas veces cargado al final de un amargo desencanto, terminara nunca.

Tenía miedo a la realidad, temía por su corazón herido y por su alma desolada, porque cada vez que terminaba el sueño quedaban destrozados. Pero su cuerpo era más fuerte y le decía que todo esto era real.

¡Dios Santo que hermoso era! Cada uno de los detalles que conformaban su rostro y su figura, que habían quedado impregnadas en su memoria a pesar del tiempo, no le habían hecho justicia. Su memoria definitivamente había fallado. Aunque seguramente el problema no habría sido su memoria, ya que Marina se había concentrado todo el tiempo en pensar en sus sentimientos y en cuanto lo amaba.

Pero ahora se permitiría sentirlo.

Es por eso que se aferró a su cuerpo con todas sus fuerzas cuando la tomó ahí mismo contra la pared. Marina siguió los dictados de su cuerpo, de sus instintos más profundos e intensos. Se dejó llevar por esa increíble pasión que poco a poco fue despertando cada fibra de su ser. Tan solo tuvo que amoldar su cuerpo al suyo, levantar unas de sus piernas hacia la cintura de Mauricio para que la pudiera penetrar aún mejor y dejarse llevar por el calor y la locura de su cuerpo que había extrañado tanto.

No hubo palabras. Solo gemidos, besos y caricias que imploraban movimientos suaves y atormentadores, pero luego hubo miradas que pedían y suplicaban que con urgencia esos movimientos se convirtieran en algo más que un dulce y apacible contacto. Marina podía sentir esa increíble sensación que vibraba en su cuerpo antes de explotar, es por eso que sin que tuviera que pedírselo, Mauricio con maravillosas envestidas penetró su cuerpo una y otra vez hasta que sintió gritar a Marina, hasta que pudo sentir como la mujer que tenía atrapada con su cuerpo se deshacía en mil pedazos. Sentimiento que pudo compartir, porque la siguió hasta alcanzar él mismo su alivio, hasta que con unas cuantas envestidas más, pudo gritar su nombre, contraído por un fuerte orgasmo.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora