Capítulo 36

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Eugenia le había prometido a Marina que todo sería cuestión de tiempo para aclarar sus sentimientos y para que eventualmente todo se solucionara, que no estaba todo perdido, que el paso de las horas traería el amor de vuelta a su vida. Pero a medida que esas horas fueron pasando Marina vio desaparecer su esperanza que fue reemplazada inmediatamente por el sabor amargo de lo que significaba ser traicionada por la persona que más amaba en este mundo y que eso traía como consecuencia que jamás volvería a recuperarse.

Marina no podía llamarlo de otra manera, era traición el hecho de entretejer a sus espaldas, manipular sus sentimientos y lo que era peor de todo aprovecharse de ellos para su beneficio. No podía verlo de otro modo.

Pero después de pensar y repensar todo los acontecimientos de las últimas semanas, Marina descubrió que había algo aún peor. Darse cuenta que Mauricio no la amaba. Y eso era algo con lo que su alma no podía lidiar.

Aun así decidió hacer uso de toda esa fuerza, que no sentía pero que sabía que tenía, esa que solo su hermana veía en ella y el lunes por la mañana, cuando Eugenia se fue de su departamento para ir a trabajar, Marina encendió su celular.

Como ella lo había figurado, había decenas de llamadas perdidas y mensajes de texto de Mauricio. Contuvo el impulso de leerlos porque no sería capaz de soportar un engaño más. No podría leer más mentiras, no quería ver una vez más el poder que Mauricio ejercía sobre ella, porque muy en el fondo de su corazón Marina sabía que solo una palabra bastaría para hacerla dudar.

Fue así que apartando cualquier pensamiento que conspirara contra ella misma, buscó en los contactos de su celular el nombre "Paula", la secretaria de Olivia. Le fue muy fácil conseguir una entrevista con ella, su secretaria le contestó que la fotógrafa tenía media hora libre en la hora del almuerzo y que podía atenderla.

Dejaría todo su dolor para más tarde, lo escondería en lo más profundo de su corazón, porque primero era lo primero, necesitaba hablar ciertos temas con Olivia Giuliani, algo que ya no podía esperar por más tiempo para hacerlo.


Olivia detrás de su escritorio resplandecía más que nunca. Había estado trabajando en su computadora durante toda la mañana, pero desde que supo que Marina vendría, no pudo concentrarse en nada más. La ansiedad por verla, y sobre todo esa sensación de estar solo a un paso de poder saborear su victoria, era una de las experiencias más excitantes que pueda recordar haber vivido jamás.

Pero hizo acopio a su dominio y también a su fabuloso autocontrol cuando le anunciaron la llegada de Marina, su dominio para demostrarse impecable como siempre y su autocontrol para no manifestarle ahí mismo cuánto la deseaba.

Pero aun así la entrada de Marina a su despacho fue un alto impacto a sus emociones.

Su cuerpo, su perfume, toda ella por entera era un festín para los sentidos de Olivia y en ese mismo momento se preguntó si Mauricio sentiría lo mismo que estaba sintiendo ella al verla.

Seguro que no, porque solo una mujer como Olivia podía apreciar la verdadera belleza tal como era y ser absolutamente sensible a cada una de las necesidades de otra mujer. A pesar de lo terriblemente manipuladora que era y de lo perversamente cruel que muchas veces se sentía obligada a ser, con Marina ella se transformaba, sin perder esa sensibilidad y esa intuición para saber muy bien lo que le gustaba a otra persona de su mismo sexo. Cuando Olivia estaba con una mujer ella accedía a cada uno de sus deseos, pensaba en cómo cumplir cada uno de ellos, los tomaba como propios.

En cambio ella creía que un hombre como Mauricio Robles con lo único que podía pensar era con lo que tenía entre sus piernas.

"Estúpido engreído ¿Pensabas que podías ganarme?" Pensó sonriendo mentalmente, mientras se levantaba de su escritorio para ir a recibirla.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora