Capítulo 5

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Un día después de la entrevista con Olivia, Marina seguía sumergida en una nube de la cual no quería bajar. No podía creer estar viviendo toda esa increíble vorágine de acontecimientos que la dejaban sin aliento, aunque eso era algo con lo que sin lugar a dudas había soñado siempre. Pero su sueño se hizo aún más real y concreto, cuando una de las asistentes de Olivia llegó unos días más tarde, cargada de cajas de zapatos y carteras, bolsas con exquisitas prendas de vestir, ropa interior y los accesorios para complementar un vestuario digno de una reina.

No obstante Olivia le había anunciado, antes de terminar la reunión, que le haría llegar todo lo necesario para su nueva vida, se sorprendió al encontrarse con las bolsas de las primeras marcas, todo de primera calidad y sobre todo de una elegancia y de un gusto insuperable. Aunque eso tampoco tendría que ser inusual conociendo a Olivia Giuliani.

Pasaron algunos días más sin que Marina tuviera alguna novedad de lo que debería hacer, la indicación principal consistía en esperar hasta que Olivia la llamara, a lo que ella imaginaba debería ser para una sesión fotográfica o simplemente alguna evento en donde, como ella había prometido, conocería a la gente indicada para entrar en ese mundo en donde cada vez más le gustaba pertenecer.

Después de que había pasado una semana de la entrevista con Olivia, Martina recibió una llamada de una de las asistentes del estudio, indicándole que habría un cóctel en el Hotel Hilton en donde personalidades del mundo de la moda harían presencia.

Le indicó también que a las veinte horas la pasaría a buscar el chofer de Olivia, que la llevaría directamente hacia el hotel en donde se encontraría con ella.

Se tomó casi todo el día para prepararse. Quería concentrarse en cada detalle, no solo de su vestuario, sino de su maquillaje y peinado también.

Después de sumergirse en la bañera, en donde relajó su cuerpo con suaves masajes, recubierta con una cremosa espuma de baño, pasó a humectarse todo el cuerpo con una loción espesa que le dejó la piel tersa y brillante. Contempló las uñas de sus manos y pies y largó un suspiro de satisfacción, porque siempre estaban impecables. Como toda modelo, debía estar siempre atenta a esos detalles y afortunadamente ella contaba con un instituto de belleza al que asistía cada semana.

Una vez que su cuerpo estuvo lo suficientemente humectado como a ella le gustaba, comenzó con la tarea de elegir el peinado adecuado para su vestuario de esa noche.

Recogió sus cabellos en una cola de caballo tirante y perfectamente bien peinada y la dejó caer, no en el centro de su nuca, sino hacia un costado para que cayera sobre uno de sus hombros. El brillo y la sedosidad de sus cabellos enmarcaban su delicioso rostro despejado, en donde sus exquisitas facciones solo eran opacados por el brillo de sus ojos.

El maquillaje consistió en remarcar sus ojos y su boca, pero al terminar, el reflejó fue el de un rostro natural, como si el maquillaje formara parte de su piel.

Un extravagante vestido de Roberto Cavalli, se deslizó sobre su cuerpo, adaptándose a las delicadas formas de la modelo. El escote pronunciado, dejaba ver más de lo que le hubiera gustado, pero el vestido era tan perfecto, suave y de impecable diseño, que el detalle de sus senos pasó a segundo plano.

El impresionante vestido llegaba hasta un poco arriba de sus tobillos acariciando su piel, y unas sandalias de taco aguja color plata, del mismo diseñador, a juego con una pequeña cartera del mismo color y material, terminaban de complementar su vestuario.

Al contemplarse en el espejo no estaba segura de sí el resultado que le devolvía el reflejo sería lo que Olivia esperara de ella. Para cualquier persona, esta noche, ella pasaría por una princesa, pero no estaba del todo segura que opinaría Olivia Giuliani al verla.

Marina no pudo evitar pensar en ella, pero no como la exitosa fotógrafa que conocía todo el mundo, pensó en ella como en la exquisita mujer que era y en la admiración que ella había despertado en Marina. Si bien la modelo se sentía cohibida por su presencia, también sentía cierta clase de atracción. La admiraba y eso hacía posible que Olivia le despertara sentimientos que pocas veces Marina había sentido por otra mujer. La admiraba, sí, pero también la encandilaba su poder y el respeto que infundía en los demás.

Pero aun así no podía dejar de anhelar con todas sus fuerzas que Olivia la aceptara y que estuviera orgullosa de ella y de lo que quería llegar a ser.

El teléfono del portero eléctrico la sacó de sus pensamientos, tomó una capa de piel sintética blanca y se la colocó sobre los hombros mientras miraba su figura frente al espejo por última vez. Y cuando se miró a los ojos pudo darse cuenta que no le faltaba seguridad en sí misma, lo que le faltaba era saber sí Olivia podría creer en ella.

La traición esta de modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora