Había entrado al Hilton, y a lugares similares a ese cientos de veces. Había hecho la misma rutina una y otra vez, saludando gente, contactando clientes y vislumbrando la posibilidad de hacer otros. Todo era parte del sistema de trabajo. La seducción, y el flirteo comercial era moneda corriente en esta clase de acontecimientos y el que mejor se manejaba en ese terreno era el que más posibilidades tenía de triunfar.
La competencia era descarnada, pero siempre leal. Claro que eso era siempre y cuando no pensara en Olivia Giuliani, porque en eso ella no aplicaba.
Pero eso se había acabado. Solo podía pensar en la expresión de su rostro cuando se enterara al fin de que estaba al tanto de su relación con Carlos Estrada.
Pero decidió que esa era una carta que por el momento se iba a guardar. Un as en la manga como se suele decir. Esperaría, movería las piezas igual que en una partida de ajedrez, estudiando cada uno de los movimientos y previendo los de Olivia. Aunque esta vez él llevaba las de ganar.
Sin embargo, y a pesar de todo lo malo que ese lugar pudiera tener esta noche, un dulce recuerdo atravesó su memoria haciéndolo sonreír, porque sin poder evitarlo, el momento exacto en que conoció a Marina lo terminó de proteger, haciéndolo sentir más fuerte que nunca.
Todo se movía dentro de los parámetros esperados, en realidad todo era igual que siempre. Los agentes de la moda más importantes del país, las mujeres más hermosas que una cámara pudiera capturar y sus representantes, que no perdían ocasión de mostrarlas como una mercancía para ser vendida al que mejor pagaba, estaban ahí. Y Mauricio creyó que sin duda estaban todos.
Hasta Olivia.
Estaba seguro que ella lo había visto primero, porque cuando la miró directamente, ella ya tenía sus ojos puestos en él.
No fue una mirada desafiante, pero tampoco lo fue de arrepentimiento o remordimiento. Si esperaba eso de Olivia mejor se sentaba. Pero sí, había algo distinto en ella. Eso lo pudo advertir aún mejor al acercarse lentamente a su grupo y saludar a todos inclusive a ella como si fueran grandes amigos.
Sí, definitivamente algo había cambiado en ella, había algo extraño en su mirada, algo que pretendía ocultar y ya no podía. No a él. Y Mauricio lo supo de inmediato. Era dolor.
Lucía y Eugenia habían hecho un buen trabajo, sobre todo Eugenia, que había conseguido lo imposible de pensar, Olivia había bajado sus defensas, dejó en descubierto sus sentimientos y emociones y se había enamorado.
Mauricio sintió lo último que podría sentir por Olivia, lastima. Por unos segundos pretendió ponerse en su lugar, se imaginó sin el amor de Marina... y creyó volverse loco.
En ese momento comenzó a preguntarse si Olivia podría llegar a tener mejor castigo que ese. Definitivamente no, no podría haber nada peor.
Mauricio fue de grupo en grupo, relacionándose hasta dar con la persona indicada. Contactar a este empresario de la moda era un favor para su hermana. Si bien ella conocía a casi todos los clientes y se manejaba con ellos tan bien como él mismo, este era alguien nuevo, un empresario que traía ideas innovadoras y siguiendo sus instintos creía que su trabajo dentro de un tiempo daría que hablar.
No le fue difícil charlar con él y concertar una reunión de trabajo con su hermana. El entusiasmo y las ideas de este joven empresario cautivó la atención de Mauricio más de lo que había imaginado, pero aún así, era consciente de la mirada de Olivia, que como una ráfaga de viento helado, la podía sentir a cada paso que daba. Y la pregunta en su mirada era indiscutible. Ella se preguntaba en qué momento Mauricio iría a increparla.
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La traición esta de moda
RomanceNada es lo que parece, sobre todo en el mundo de la moda. Cuando Marina ingreso a ese increíble universo de la mano de la prestigiosa fotógrafa Olivia Giuliani, nada le hizo suponer que su vida cambiaría para siempre . La lealtad y la confianza era...